Thriller con vocación de trampa y espíritu efectista, uno de tantos.

Ante los absurdos del guión, Fincher puede parapetarse tras su propia premisa argumental: "el juego está hecho a la medida psicológica de Nicholas"; es decir, que lo delirante de los eventos que se van sucediendo son fruto de la contingencia entre la configuración del juego y la personalidad del héroe. Y a la cita asiste, cómo no, la consabida sorpresa final; el posterior 'efecto Shyamalan', explicativo y destinado a matar la magia.

No obstante, 'Con la muerte en los talones' también era, sobre el papel, un disparate ilógico, visto bajo las leyes del mundo real; y eso no le impide ser un maravilloso e impalpable sueño; el Cine tiene poderosas licencias. Algo parecido, a mucha menor escala, ocurre, en mi opinión, con 'The game'.

Fincher, entre delirio y corre-que-te-pillo, consigue un razonable clima de tensión estrictamente visual. No le considero un director de primera fila, no ha conseguido nunca en mí una fascinación perdurable, pero he de admitir que, revisando esta 'The game', y aun sabiendo cómo acaba su tambaleante línea argumental, me he sentido inquietado por ciertas imágenes, y eso lo logra un director que presta atención a detalles puramente cinematográficos, como es la creación de atmósferas y la situación de la cámara.

Gracias.