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8
7,8
8.112
Documental
Tras el golpe de estado militar de 1965, el general Suharto ocupó el poder en Indonesia. A continuación llegó el genocidio: miles de comunistas, reales o presuntos, fueron asesinados por los escuadrones de la muerte indonesios. Unas décadas después, se les pide a dos de los más sanguinarios mercenarios de la época -ellos se hacían llamar "gángsters"-, Anwar Congo y Herman Koto, que participen en una película en la que recreen los ... [+]
3 de agosto de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conociendo el asunto del documental, sabía que me iba a impresionar. No me decepcionó. Es más, no pasará tanto tiempo antes de que vea el que hace de segunda parte.
Hay poco que añadir a lo ya escrito. Es un documento sobre una impunidad flagrante, latente y extrema. Realmente es indignante la hipocresía tanto de los gobiernos instigadores como de los diplomáticos ocultadores de un genocidio de tamaño calibre.
Es pura ironía de la historia que Pemuda Pancasila sean palabras desconocidas incluso entre personas convencidamente antifascistas. Es también significativo que se les siga llamando "hombres libres" a quienes ejercieron de carniceros sin escrúpulos en aquellos años en que se llamaba guerra fría a hervir a fuego lento a millones de personas en el mundo por el hecho de procurar una justicia social y el fin de la explotación sin freno de las clases parias de la Tierra.
Leo que el director texano comentó, al morir Anwar Congo en 2019, que el verdugo le "ayudó a ver que todos los autores de crímenes son humanos".
Consigue transmitir esa idea con una habilidad admirable. Y consigue que reflexionemos sobre como lo cotidiano acaba enterrando el horror más inmundo, pese a que la memoria esté ahí. Siempre.
Hay poco que añadir a lo ya escrito. Es un documento sobre una impunidad flagrante, latente y extrema. Realmente es indignante la hipocresía tanto de los gobiernos instigadores como de los diplomáticos ocultadores de un genocidio de tamaño calibre.
Es pura ironía de la historia que Pemuda Pancasila sean palabras desconocidas incluso entre personas convencidamente antifascistas. Es también significativo que se les siga llamando "hombres libres" a quienes ejercieron de carniceros sin escrúpulos en aquellos años en que se llamaba guerra fría a hervir a fuego lento a millones de personas en el mundo por el hecho de procurar una justicia social y el fin de la explotación sin freno de las clases parias de la Tierra.
Leo que el director texano comentó, al morir Anwar Congo en 2019, que el verdugo le "ayudó a ver que todos los autores de crímenes son humanos".
Consigue transmitir esa idea con una habilidad admirable. Y consigue que reflexionemos sobre como lo cotidiano acaba enterrando el horror más inmundo, pese a que la memoria esté ahí. Siempre.