A decir verdad, no sé muy bien que me hizo ponerme ante esta película, tal vez el nombre de Luc Besson con el que me acababa de reconciliar tras varias decepciones; hacía décadas que no veía un film tipo Van Damme y no esperaba encontrarlo aquí. Sin embargo, con menos patadas, que Guy Pearce no está para esas demostraciones físicas, nos encontramos con un filme que recuerda a las películas ochenteras de Van Damme o incluso a algunos guiños a la ciencia ficción del "gran" Stallone (los paralelismos con Demolition Man son innegables).
Por momentos uno no sabe si está ante un homenaje a aquel cine o ante una parodia mal resuelta. Las supuestas frases ingeniosas del protagonista sonrojarían al guionista de Pocoyo y algunos efectos especiales parecen sacados de las animaciones de cualquier videojuego. La tensión inexistente, los villanos lastimosos y el argumento tan trillado que no merece la pena ni comentarlo.
Puede servir como película veraniega de videoclub para adolescentes hiperactivos con largas tardes de canícula y aburrimiento.