La vuelta de Gus van Sant al "mainstream" hollywoodiense nos deja una película más que correcta, con un trabajo de ambientación excelente (es curioso que en poco más de un año han aparecido otras dos películas ambientadas en la misma época y de una solidez similar, como son American Gangster y Zodiac) y unas interpretaciones cargadas de matices. La película, centrada en apenas ocho años de la vida de Harvey Milk en la que desarrolló su actividad publica, me parece que destaca por trasladar la idea del "yes, we can"; Milk es una persona que se nos presenta a los cuarenta años decepcionada de lo que ha sido su vida y, de pronto, decide que no es eso lo que quiere para sí mismo, se plantea un cambio radical y lo lleva a cabo. De esa persona que pudo terminar su vida siendo un gordito, calvo y deprimido, surgió un líder que cambió la imagen de un colectivo.
Es en ese mensaje de cambio en el que Van Sant decide centrar su discurso, un cambio personal que podemos llevar al momento político actual y elevarlo a la categoría de social, dándonos la esperanza de que un hombre sólo, cualquier hombre, puede conseguir lo que se proponga.