Aquí nos encontramos, bajo ritmo de Marisol, a una mujer, Purita, que, como su propio nombre indica, es más pura que el agua, pero también es demasiado sumisa e ingenua y, sintiéndose culpable por aquel suceso del pasado con su cuñada, no hace sino tratar de satisfacer a su dueña y esposa, Flora, de la mejor forma que sabe, aunque sin olvidar a su propia madre, lo cual se hace finalmente incompatible y lleva a dañar a su adorada Flora, la cual se autoconvence durante toda la película de que es una santa incapaz de romper un plato pero que dentro lleva una garra que puede herir a la persona más delicada que se encuentre, como sucede con Purita. Pero Purita siempre acabará sirviéndole. Petra Martínez es una actriz que desconocía y nos muestra una vis cómica tremenda con su naturalidad y desparpajo a la hora de hablar con vocabulario y expresiones de una anciana castiza de pueblo español. Si a ella le unimos a la sumisa y pardilla de Purita, nos encontramos con una divertida película que, sin pretender forzar a la hora de provocar la risa, lo consigue de forma totalmente natural como si observáramos el día a día de dos personas auténticas de pueblo, sumándole además los tintes dramáticos que la película conlleva que son bastantes. La historia se revuelve cada vez más con la llegada de la madre de Purita y el final es asombro, cruel y emocionante con la conversación entre Flora y Purita en el asilo de la sobrina monja que escucha la resolución con una sonrisa de satisfacción donde se nos muestra a una Purita autoflagelada y a una Flora resignada, comprensiva pero más fría que el hielo. La guinda la pone su comentario final: "SI ES QUE LAS QUE NO VALEMOS PARA SER MALAS..." :)