Comedia de humor absurdo y equívocos donde Cary Grant se casa y justo antes de irse de luna de miel descubre que sus adorables y ancianas tías gustan de dar bebidas demasiado cargadas a pobres hombres solitarios. Si le metes por medio bajo el mismo techo a otro familiar que se cree un presidente de los EEUU y tiene cierta predilección por subir escaleras al galope cual carga del séptimo de caballería, ya tenemos montado el circo.

El pobre Cary no gana para deshacer entuertos antes de irse con su prometida, y para mayor inri le aparece de visita un hermano perdido, maligno y turbio acompañado de su ayudante cual Frankenstein. Y tal vez esto es lo peor de la película. Porque dentro de una comedia absurda y alegre, le mete un grado lúgubre y serio que no le pega demasiado a la película que estábamos viendo hasta ese momento, además de tener que privarnos de Cary Grant en pantalla demasiados minutos. Es por eso que no la veo como una comedia redonda haciéndose demasiado larga y perdiendo interés en determinados pasajes, pero es plenamente disfrutable y la sonrisa aparece en nuestra cara cuando vemos la enésima carga de Roosevelt o la cara desencajada de Cary Grant.