Está claro que los directores del ultragore alemán como Olaf Ittenbach tienen un único propósito: pringar a sus actores lo máximo posible con el mayor despliegue de casquería imaginable. Algunos pensarán que para ello necesitan un buen pretexto, pero nada más lejos de la realidad.

Premutos es un ejemplo perfecto de este tipo de cine que, sorprendentemente, tanto puede llegar a entretener con un guión de lo más patético y unas actuaciones que rozan el delito. La película cuenta con un ritmo ascendente que la hace insoportable en sus primeros compases y divertidísima en el tramo final. Cuenta con algunas de las mejores escenas del género de Serie B, como la increíble transformación de Mathias en Premutos, el Ángel Caído.