Intenso y bien estructurado thriller de terror, que recuerda poderosamente a aquellos telefilmes británicos de los 70 llamados "Tensión". Un Hitchcock moderno.

Destaca en el filme una labor interpretativa fantástica, tanto con McAvoy, capaz de cambiar de personalidad frente a tí con un solo movimiento de cabeza, como del cuarteto femenino, que transmiten la angustia y los conflictos interiores con una mirada. En gran medida el mérito de la portentosa dirección de Shyamalan, que con sus buenos diálogos y situaciones es capaz de sacar petróleo de los actores. Esos rostros de McAvoy, cómo intranquilizan y asustan. Impresionantes. ¡Que gran dirección!

Y luego está la historia. Tan bien construida. realmente no sabes por donde va a salir. Lo intuyes, por las pistas que te dan, pero no quieres creerlo cuando lo ves. Sin tapujos, sin piedad. Con muy pocos medios, pero jugando con una luz enfermiza, un sótano y un pasillo lóbrego, Shyamalan le da un vuelco a la puesta en escena de los filmes de secuestros que vimos en "El coleccionista" o más recientemente en "Los casos del Departamento Q", acercándose más a un cómic de Neil Gaiman que a una novela negra. Y eso tiene su explicación (ver spoiler).

Shyamalan sigue brillando con luz propia en el mundo de Hollywood. Sigue manteniendo su estilo y personalidad, siendo una rara avis en un mundo cinematográfico cada vez más globalizado y condicionado por el mercantilismo y la taquilla. ¡Chapeau!