Es evidente que habrá gente a la que esta serie le parezca monótona argumentando que casi todos los capítulos siguen una estructura muy parecida (cosa muy típica por cierto en muchas series en los últimos años). Pero hay que observar más allá de la estructura intrínseca de cada capítulo, para adentrarse en lo que esta maravilla de la televisión nos ofrece: la sagaz y brillante ironía del doctor House (actuación espectacular); los diálogos tan variopintos entre el susodicho y el doctor Wilson, que abordan desde lo filosófico hasta lo nimio, pasando por lo cotidiano; esa tensión latente entre el protagonista y la doctora Cuddy; la antítesis que representa Cameron con respecto a House en lo que a ética y moral se refiere...

En pocas palabras, una serie muy recomendable para todo tipo de público, pero que encierra un sinfín de matices que la hacen una de mis favoritas.