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Voto de Aitor Galisteo:
6
Terror. Ciencia ficción ¿Qué pasaría si un niño de otro mundo aterrizara de emergencia en la Tierra, pero en lugar de convertirse en un héroe para la humanidad fuera algo mucho más siniestro? (FILMAFFINITY)
5 de junio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tan importante es tener buenas ideas como saber conjugarlas correctamente. En el cine, el orden sí altera el producto final y las ideas, al igual que en literatura, deben seguir un orden coherente que expliquen y arrojen luz al entramado de la historia.

"Brightburn", traducida malamente como "El hijo" en España, es la última película de David Yarovesky, y representa lo que quiso ser y no pudo. Es un constante quiero y no puedo de buenas ideas mal ejecutadas y de incoherencias salpicadas de sangre que no hacen más que plantear interrogantes sin resolverlos.

La cinta narra la historia de Tori y Kyle Dreyer, una pareja que busca tener un hijo y formar su propia familia, pero cuyos deseos se ven frustrados por la esterilidad de la madre. Por suerte (o desgracia) adoptarán a Brandon, un niño venido de otro planeta que descubrirán una noche en un bosque.

La ciencia ficción y el intento de cine de terror se mezclan creando un resultado lo suficientemente confuso como para que el espectador no sepa exactamente si está ante un superhéroe al más puro estilo "Superman" o un villano, en un mix de películas e ideas que intenta recoger lo mejor de cada una dando como resultado algo más extraño que el propio Brandon.

"El hijo" bebe desde clásicos del cine de terror como "El exorcista" de Friendkin hasta "La profecía" de Donner e incluso del propio "Superman". La inspiración es más que evidente en la idea en sí que intenta desarrollar la película, que recuerda mucho al pequeño Damien de rostro angelical que encarna al Anticristo en "La profecía"; también en los rasgos del propio Brandon, quien puede volar, tiene una fuerza sobrehumana o puede fulminar a sus víctimas con la mirada.

Los diálogos pecan también de ser demasiado forzados en algunas ocasiones (conversaciones en la cocina), cómicos cuando no deben serlo (escena de Noah en el coche) o inverosímiles (conversación con su tía psicóloga) para la edad de Brandon, de doce años.

No obstante, la película presenta también algunas innovaciones que rompen con los clichés de los que suelen pecar la mayoría de títulos del género y que, en cierto modo, se agradecen, como el hecho de que los Dreyer asuman que su hijo tiene poderes (e incluso que hace los emplea para hacer el mal) en vez de intentar expulsar la presencia maligna de su cuerpo; o que las mujeres rubias no sean las primeras en ser asesinadas.

En definitiva, "El hijo" es una película que consigue acertar con los sustos en los momentos pertinentes y consigue entretener, pero que deja una sensación constante de divagación y de mezcla de ideas que no acaba de resultar satisfactorio y que plantea más interrogantes que respuestas.
Aitor Galisteo
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