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Voto de Aitor Galisteo:
8
Drama El hijo (Lucas Hedges) de un predicador baptista de una pequeña ciudad norteamericana, se ve obligado a participar en un programa para "curar" su homosexualidad, apoyado por la Iglesia. Cuando a los 19 años Jared Eamons (Lucas Hedges) cuenta a sus padres Nancy y Marshall Eamons (Nicole Kidman y Russell Crowe) que es gay, el joven comienza a ser presionado para que asista a un programa de terapia de conversión gay, o de lo contrario será ... [+]
21 de julio de 2019
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Edgerton continúa afianzando su carrera como director con la adaptación a la gran pantalla de "Identidad borrada", la estremecedora historia basada en hechos reales que vivió y escribió el estadounidense Garrard Conley.

A través de un acertado y notorio reparto de actores, conocemos la historia de Conley a través de Jared Eamonds (interpretado por Lucas Hedges), quien descubre su homosexualidad y debe lidiar con el problema que ello supone en una familia tan conservadora como la que encarnan Nicole Kidman ("Dogville", "Los otros"...) en el papel de Nancy Eamons y Russel Crowel ("Gladiator", "Una mente maravillosa"...) como Marshall Eamons.

Dejando a un margen el libro (con el cual no puedo establecer una comparación ya que aún no lo he leído), la película no destaca especialmente ni por su acción ni por sus escenarios. Son los personajes los que insuflan oxígeno y sostienen las cerca de dos horas de este drama que bien podría considerarse como terror psicológico.

En las casi dos horas de metraje, el director consigue que el espectador sea consciente de la brutalidad de las terapias de conversión a las que todavía se ven sometidos miles de homosexuales en gran parte del mundo. Concretamente, 700.000 adolescentes cada año solo en Estados Unidos, tal y como firma la película, lo que pone de manifiesto el daño que puede llegar a causar una persona cuando no es capaz de entender algo.

Se trata de un relato aterrador que pone de manifiesto la cruda realidad y el absurdo (clasificar a varios chicos según su grado de masculinidad) de quienes se empeñan en creer en la eficacia de estos programas anacrónicos, pero que solo sirven para apelar al suicidio y perpetuar el estigma que desde siempre lleva sufriendo el colectivo LGTBI (violación, abusos, sida...)

También refleja el sinsentido y la ceguera de unos padres que se deben a la religión sin cuestionar el daño que están causando a su hijo y que, bajo la excusa de su felicidad, solo buscan complacer sus creencias religiosas.

Como miembro del colectivo LGTBI que soy, creo que es una película que todos los padres deberían ver con sus hijos y que debería proyectarse en los centros escolares para concienciar sobre el daño, la incomprensión y el desprecio que miles de jóvenes sufren cada día y que algunos partidos vuelven a luchar por avivar esa llama.
Aitor Galisteo
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