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Voto de Caligari sin gabinete:
8
Drama Frederick Manion (Ben Gazzara), un teniente del ejército, asesina fríamente al presunto violador de su mujer (Lee Remick). Ella contrata como abogado defensor a Paul Biegler (James Stewart), un honrado hombre de leyes. Durante el juicio se reflejarán todo tipo de emociones y pasiones, desde los celos a la rabia. Uno de los dramas judiciales más famosos de la historia del cine. (FILMAFFINITY)
14 de octubre de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
O al menos la mejor que he visto. Y al no saber nada sobre ella, más me ha sorprendido que esto se hiciese en 1959, sobre todo comparándola con ''Testigo de cargo'', por ejemplo. Ésta última es muy buena película, pero pierde por goleada en la comparación. Con ''Anatomía de un asesinato'' hablamos de un film poco convencional en su época y contexto. A ritmo de jazz se nos presentan unos personajes y un caso judicial: un militar que mata al tipo que violó a su mujer. Un caso de asesinato, o sea, algo serio y de envergadura. Pero aquí no hay juicios morales, y pareciera que esta historia intenta desembarazarse de ellos, dejando ese asunto al espectador. Aquí no se trata de una trama que deba girar y retorcerse, para sorprender al espectador finalmente, como casi todas las películas de juicios - como la citada ''Testigo de cargo'', tan influyente en el género -; aquí el peso no radica en eso, sino en en mostrar un drama humano, una historia completa de un proceso judicial, de una forma en cierto modo cruda y realista. Y pese a ello, no es un ''drama'', pues la narración fluye como... como una canción de jazz, imagino. No soy precisamente un entendido en jazz, pero creo que no es casualidad que ésta sea la banda sonora elegida para encadenar el film. El humor sarcástico del protagonista, que hace bromas con los momentos aparentemente más serios, es el propio tono de la película. Los pequeños pro acertados injertos de humor aportan ese aire muy particular, a veces incluso cínico, de novela negra, que dota a esta película de una personalidad encomiable.

El abogado defensor y principal protagonista - James Stewart - es un rara avis: brillante y culto señor de leyes que descuida su profesión para profundizar en sus hobbies y pasiones culturales: el jazz, principálmente (lo vemos tocando mano a mano con Duke Ellington, que hace un cameo en la peli, al ser el compositor de la banda sonora), la pesca y la lectura sosegada y nocturna. Un tipo poco convencional y no precisamente un ejemplo americano, dándose la contradicción de que sea fracasado en sus negocios y trabajo, por desidia o decisión propia. El simple hecho de relacionarse con la música de negros y vivir esa vida desordenada lo alejan del modelo ideal. Por la contra, su rival es un fiscal mediocre y de poca cultura que ha trepado sociálmente más alto que Stewart (en su primera aparición, demuestra su incultura confundiendo una obra de Picasso. Pero la broma no se ofrece mascada al espectador). Esta ácida crítica social impregna todo el film. Tenemos además a una mujer voluptuosa, un personaje muy bien creado e interpretado, que nos dará que pensar y por la que sentiremos desde cariño inicial, atracción, rechazo, desprecio o lo que usted sienta. Y así unos cuantos personajes importantes que no es necesario destripar aquí.

El juicio se sirve descarnado de todo artificio, y se muestra con una mirada que puede interpretarse como pesimista, o quizás de un humor agridulce. El espectador se pone de parte de la defensa por pura simpatía e identificación con el protagonista, aunque sabe que la razón la lleva la fiscalía, por muy mal que nos caiga. Ética, estética, retórica, humor, drama... todo puede tener cabida en este original film donde cada elemento parece ser una nota de jazz, pues lo importante es el conjunto y no cada nota por sí misma. Una peli de juicios, sí... Pero los juicios los emite el espectador, no la película. Stewart parece estar defendiendo a un culpable inequívoco. ¿Inequívoco? En fin, eso es cosa de ustedes.

Lo mejor: El comienzo. El final. Lo de en medio. El guión. La dirección. La banda sonora. Las interpretaciones. La travesura de saltarse las normas de la época al tocar temas y palabras tabú, muy inusuales en el cine americano de los 50's.

Lo peor: Nada, en realidad. En todo caso, mencionar que la peli es larga, pero no se hace larga en ningún momento.
Caligari sin gabinete
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