Tony Richardson no es un nombre en la historia del cine – nadie lo recuerda en ninguna lista de las mejores cintas de categoria alguna. Aún así hizo una película sencilla con momentos poéticos sobre una família poco convencional.
El Hotel New Hampshire tampoco es brillante. No tiene buen ritmo, el padre y la madre son personajes flojos, demasiado románticos. Pero Richardson supo enseñar los dramas de que somos hechos de manera original, algo cada vez más difícil en el cine.
Es una película interesante (absurdo llamarla “pornográfica”) sobre el peso de madurar. Rob Lowe y Jodie Foster están increiblemente jóvenes y guapos. Los exóticos personajes de la família no son más que miedos travestidos en imágenes.
No es necesario ser adolescente o tener complejos con su apariencia para despertarse alguna mañana (o muchas) preferiendo ser un oso. O al menos poder vestir la piel de uno para salir a la calle pues la suya – por cualquier razón que nos acose aquel día – no es suficiente para protegernos.