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Voto de griffinjazz:
9
Romance. Drama Viena, 1900. Stefan Brand, un famoso pianista, recibe una carta de una mujer con la que mantuvo, en el pasado, una relación amorosa que ya no recuerda. Lisa es para él una desconocida, alguien que ha pasado por su vida sin dejar huella. Y, sin embargo, ella sigue apasionadamente enamorada de aquel joven músico que conoció cuando era todavía una adolescente. (FILMAFFINITY)
4 de enero de 2009
40 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pieza mayor de Max Ophüls rebosante de delicadeza y sutileza, sólo así se puede narrar esta apasionada historia del austriaco Stefan Zweig, que de otra forma podía acercarse peligrosamente a un endeble folletín. Me gusta más incluso que “Almas Desnudas” o “Lola Montes”, mis otras favoritas de Ophüls.

Empezar comentando que me encantan este tipo de películas, con un evidente aroma europeo infundido por tantos y tantos profesionales que emigraron por la guerra, pero al inconfundible estilo Hollywood en su clasicismo y en su despliegue de medios. Las reconstrucciones de Viena y de Linz son inolvidables, especialmente en esa larga noche de amor que se narra en uno de los flashbacks que supone el epicentro de la película.

Como decía, esta historia tan pasional solo puede ser narrada por una mano maestra para que pueda resultar creíble, y en eso Max Ophüls es un maestro, con esos largos planos con ritmo pausado y esa facilidad para que toda la historia quede perfectamente expuesta y el espectador comprenda perfectamente las razones que mueven a Liza y a Stefan (grandiosa Joan Fontaine, incluso haciendo de adolescente resulta creíble, y tampoco está nada mal Louis Jourdan). De hecho, los personajes siempre están retratados con mucho cariño, hasta se explican las razones de Stefan, su decadencia profesional, y su refugio en los bajos fondos, algo muy habitual en los artistas.

Una de las mayores cualidades del estilo de Ophüls es su talento dirigiendo la fotografía (excelente trabajo de Franz Planer, por cierto), el encuadre y especialmente la iluminación, si podéis ver la película fijándoos en el detalle os daréis cuenta de la cantidad de matices y de adornos, de los focos de luz que hay detrás de cada ventana, de la iluminación continua del rostro de Joan Fontaine de modo que siempre queda especialmente resaltado, del encuadre perfecto de cada coche de caballos que aparece, en fin, toda la minuciosidad característica de los grandes cineastas. Además, siempre pondría “Carta a una desconocida” como ejemplo de la grandeza del blanco y negro, ver como resaltan siempre los vestidos blancos de Liza y el contraste en claroscuro con los callejones vieneses es un continuo deleite, como las épocas de felicidad son resaltadas con una claridad muy distintas a las más sombrías de los momentos amargos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
griffinjazz
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