Este film nos sitúa en un futuro no muy distante, ya que en ciudades de estados unidos como Los Angeles (lugar de la película), Miami, New York, Pittsburgh, entre otras, todo es edificios interminables con lucecitas que apalean la oscuridad de la noche. Theodore Twombly (Joaquin Phoenix) es un escritor de cartas en una empresa, el cual se siente solo, triste y perdido luego de distanciarse de su esposa, pensando en el divorcio, mirando miles de rostros al pasar las calles, extraño en un mundo donde no existía la felicidad, apoderado por la rutina maldita. Instala en su pc un sistema operativo que simulaba ser una persona, con pensamientos y hasta emociones humanas, llamada Samantha (Scarlett Johanson en la voz). Ella fue convirtiéndose; al pasar de los minutos, horas, días y meses; en algo más que un sistema de computadora que le leía sus mensajes, si no, en algo más, fue ese algo que lo hacía capaz de tocar el cielo con los dedos, ese algo indescriptible que lo llenaba de felicidad y le inyectaba color a su monócroma vida. ¿Acaso el enamorarse de algo no humano está permitido? La historia se vuelve más compleja al transcurrir y los diálogos cargados de sentimientos bombardearan tu cerebro, haciendo que, sin querer, broten finas gotas sobre tu rostro. Al final el protagonista comprende que no puede enamorarse de algo no humano, luego de que Samantha le confiesa que está enamorada de otras 600 personas y que se habla con más de 3000 y decide terminar con él. El desenlace es estupendo Theodore con su amiga Amy (Amy Adams) en la cima de un edificio de LA, mirando las estrellas y el oscuro de la noche; Theodore pensando en que necesita la amistad de su ex esposa y que siempre la amará ya que fue con ella quien creció como persona.
Jodidamente recomendable.