De lejos el mejor thriller de los últimos veinte años. Las actuaciones de los protagonistas fueron impecables, al igual que el guión. David Fincher junta a Brad Pitt y Morgan Freeman para que interpreten a dos detectives (Mills y Somerset respectivamente) que tienen como único objetivo encontrar el responsable de las muertes que están ocurriendo en los últimos días.

Lo interesante es la mente maestra del asesino: no es cualquier loco, es un supuesto justiciero divino que juega con sus victimas para que se salven. Lo curioso es que luego de asesinar a sus victimas, escribe cerca del lugar de los hechos, el pecado capital que este ha cometido. Es muy probable que los creadores de Saw se hayan influenciado de esta película, sin duda alguna.

Por último termino con esta cita: "Vemos pecados en todas partes, vemos pecados en las calles y en las casa, y los toleramos. Pues yo digo: ¡ya no más!" (Mills: Brad Pitt)