¿Qué decir de la gran obra maestra de Stanley Kubrick?, ¿de una película que está en boca de tantos cuando hablan de sus películas favoritas?, ¿o cuando se habla de esas piezas que han marcado a alguien por todo su contenido o su demoledor argumento?

Básicamente, estamos ante la obra más "prohibida" y controvertida de uno de los mayores genios que se han dignado a deleitarnos con su talento a lo largo de la historia del Séptimo Arte.
Aun así, no estamos ante algo que pueda ver cualquiera, pues no es recomendable para aquellos espectadores con un estómago delicado.

Nos encontramos ante una sociedad inmunda, violenta y despreciable, plagada de sexo, alcoholismo, drogas... donde parece haberse perdido cualquier tipo de valor y donde encontramos a nuestros protagonistas, cuatro colegas que muestran dicha carencia de valores por medio de palizas a ancianos, violaciones... y que invoca una sensación permanente de angustia que Kubrick logra plasmar a la perfección. Planos demoledores con imágenes terriblemente desagradables, perfectamente acompañadas de las melodías de Ludwig Van Beethoven que incitan al espectador a apartar la vista de la pantalla pero, asimismo, consiguen atraparte y sentir la necesidad de seguir allí.

Es, además de la ya nombrada y palpable angustia, esa estética tan perfeccionista que se logra con cada plano, cada escena, cada mirada de Alex DeLarge (Malcolm McDowell, quien parece salido del mismísimo infierno) y muchos otros rasgos que son mejor no nombrar para, simplemente, poder disfrutar plenamente a la hora de "videarlos".