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Voto de Tokio ya no nos quiere:
7
Terror La estudiante de filosofía Kathleen Conklin (Lily Taylor) es mordida por una mujer vampiro (Annabella Sciorra), lo que provoca cambios decisivos en su persona, convirtiéndose en una yonkie ávida de sangre para calmar la insaciable sed que la atenaza. Incapaz de rebelarse ante su nueva condición vital que la domina por completo, la desconcertada joven buscará comprender el auténtico alcance del fenómeno, al mismo tiempo que intervendrá ... [+]
10 de diciembre de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la introducción de El almuerzo desnudo,Burroughs describía la adicción a la droga como “un molde de monopolio y posesión”,definiendo la droga como origen de un virus maligno que convierte al adicto en portador y rostro del “mal”, un ectoplasma dispuesto a robar, engañar, mentir o vender a su madre con tal de satisfacer el “álgebra de la necesidad”.
Es bajo este prisma que en The Addiction, Ferrara recicla la mitología del vampirismo proyectándola como feroz metáfora de esa Maldad con mayúsculas que habita como un parásito dentro del ser humano y al mismo tiempo como encarnación brutal y deshumanizada de la adicción a la droga y traslación material del Pecado. Las imágenes de cadáveres ( Vietnam, campos de concentración…)que aparecen a lo largo de la película no hacen sino reforzar la tesis de la visión de Ferrara sobre la condición humana: el hombre/vampiro/yonki como surtidor infinito de ruina moral, generador de muerte y vacío,incapaz de frenar su repugnante hambre, su ansia insaciable de horror y dolor.
Los vampiros de esta cinta recitan de memoria a Kierkegaard y a Sartre, vagan por la ciudad como si se tratara de un abismo insondable y sienten un vacío existencial que ni siquiera la sangre es capaz de satisfacer. Excesivo, discursivo y petulante ad nauseum, Ferrara ofrece como única y posible solución para la salvación de nuestras almas el arrepentimiento, la expiación de la culpa, es decir, la religión, el catolicismo, como única fórmula posible para el perdón de nuestros diabólicos pecados,vía de luz (cruz) y redención.Porque como síntesis ramplona y en términos accesibles:“No somos malos por el mal que hacemos, más bien hacemos el Mal porque somos malos”.
A pesar de todo ello y por ser incómoda, desagradable, extraña en su ritmo y en sus formas , es de necesario visionado para todos aquellos seres que necesiten una buena ración de bajona.
Tokio ya no nos quiere
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