Al ver la película desconocía que la película, cuando fue filmada por Billy Wilder, era en principio una secuencia de episodios de la vida de Sherlock Holmes y el Doctor Watson. Esta idea fue abortada por la productora, y decidieron, una vez grabado todo, hacerlo todo seguido en dos horas. Es por eso que en varias ocasiones parece no tener nada que ver la escena que estamos viendo con lo que viene después, como pasar de rechazar ser un donante de esperma del siglo XIX a recibir en casa a una moribunda casi desnuda.

Aún así, el guión es endeble, poco consistente, que permite inconexiones y cambios injustificables, como la aparición de la reina Victoria que,eso sí, me sirvió para averiguar que contaba con una estatura enana (1,51 cm). La imaginaba gruesa y alta.

La ambientación, eso sí, es absolutamente perfecta, el Londres victoriano.