Como curiosidad, creo que no hay ninguna otra película en la que el LSD o derivativos sean mencionados tanto como a la hora de criticar esta película. Desconozco si las críticas lo mencionan por el momento en que se realizó o porque la obra sólo se puede entender colocado de semejante sustancia. Por mi parte, considero que cualquier obra artística debería poder apreciarse sin necesidad de utilizar ninguna clase de sustancias (aunque una cervecita nunca está de más).

LO QUE NO QUIERE DECIR, QUE EL AUTOR DE LA OBRA NO PUEDA ESTAR COLOCADO HASTA LAS CEJAS durante el proceso de creación de su obra.

¿Y la película? Pues un montón de escenas sin ton ni son (comienza como un Western, luego se ponen a jugar a los final bosses y luego acaba siendo una especie de crítica a la religión) en la que intenta provocar, pero más que asco, provoca indiferencia ante la incredulidad de lo que uno ve en la pantalla.

Y si, lo sé. Muy en el fondo, tras el montón de cutreces, personajes sin ningún tipo de carisma (cualquiera de los primeros villanos) y simbología del Mercadona…hay una supuesta historia.

Y la cosa curiosa, es que algunas cosas individuales (sobre todo una vez el protagonista llega al pueblo donde hace de predicador) funcionan.

Pero claro, HAY QUE VER CASI HORA Y MEDIA de fanfarronerías pseudo hippies alucinógenas, para llegar a esos breves segmentos interesantes.

Y no me entiendan mal, cada uno está en su derecho de que esta clase de filmes (supuestamente el movimiento cultural de este largo es…el Western de LSD) le gusten o no, por mi como si alguien quiere hacer un slasher utilizando el movimiento artístico de las vanguardias o si alguien decide remediar el cine de venganzas utilizando a Benito Pérez Galdós como guía.

Sin embargo, hay otras obras que siguen más o menos el mismo estilo (Easy Rider) y no provocan el estupor similar que provoca Alejandro con El Topo.

También hay una cosa que me hace mucha gracia de los seguidores de ciertos filmes (como este), que es el abogar a las dificultades del público medio para entender semejante obra contemporánea, al no ser esta, la clásica visión conceptual que tiene “la plebe”, de lo que conocen socialmente como “lo común”. Se utiliza simplemente la alienación del espectador medio con las reglas de la sociedad, para desacreditarle en cierto sentido y dar a entender que se necesita una especie de requerimientos especiales para entender el film.

Respecto a esto, únicamente quiero decir que la función del arte es también la de entretener a aquellos que contemplan la obra artística.

Dicho de dos maneras:

Si viendo una película sin apenas diálogos, con tortuosas escenas en las que los personajes sólo caminan, con una cutrez que revela no solo los pocos medios, pero también el poco ingenio del creador a la hora de filmar y con unas pretensiones del gran narrador del moderno, no consigues entretenerte. Entonces, más que el hecho de que la majestuosidad de la obra no haya hecho mella en el espectador, puede ser que este no considere la película, el gran Western LSD.

Poco merece la pena vivir predicando ser uno de esos “elegidos” que comprenden la elegancia y supina maestría del cine contemplando el maravilloso mensaje de Jodorowsky , si al final uno acaba mirando el móvil, el reloj, durmiendo o preguntándose si debía haber dicho que si a la cita del Tinder.

Supongo que esta película ofrece dos horas de Don Quijotismo snob, para que cada uno sea capaz de admitir si se entretiene o no.

Para un servidor, la respuesta es clara…NO.