Me gustaría decir que Fe de Etarras está a la par con la maravillosa Negociador, del mismo director, pero eso sería mentir, dado que aunque si bien es cierto que Fe de Etarras, si que cumple con algunos buenos momentos cómicos y la unión entre el mundial y ETA, no está de menos, a veces cae en ciertos simplismos y en excesivas menciones al pueblo vasco que hacen que la cinta se quede en un quiero y no puedo.

Destacar también para mal, el papel de Julián López, que si bien en otras cintas de Cobeaga funcionaba como un tiro, aquí cansa desde el primer momento y cuyo personaje es estúpido por serlo. Es el personaje menos interesante de la cinta. No así Javier Cámara o Miren Ibarguren, dado que ambos están estupendos en sus roles y consiguen los momentos más cómicos del filme en cuestión.

Es un filme que principalmente se centra en una única localización y que conforme avanza el filme, intenta llevar situaciones más rocambolescas. Curioso, porque justo esto era lo que NO PASABA en Negociador y lo que hacia funcionar aquella como un reloj. Todas las tropelías y las historias.

Aquí, el intento es más de gags aislados (el trivial, la comida, el micrófono, los petardos) siendo alguna broma acertada y otra prototípica de narices. También duele un poco que la mayoría de personajes estén estereotipados salvo Javier Cámara, inclusive el español cumple a rajatabla los estereotipos casposos habituales.

Pero es visionable y sobre todo con las complicaciones que lleva en nuestro país hacer películas de ETA (sobre todo los dramas, que se quedan siempre en poca cosa), se agradece que alguien intente dar un giro de guión.