Todo aquel que esté un poco familiarizado con este mundillo sabrá que Zilla es el nombre dado al monstruo del Godzilla de 1998. Muy a caldo se puso aquella película cuando, como ya dije en su crítica, tiene puntos muy positivos.

La primera me gustó pero esta trilogía metida dentro de un universo compartido junto a Kong es tan ridícula que asusta. Espero que todos aquellos puristas casposos que vapulearon a Emmerich estén contentos, ¿no era esto lo que queríais? ¿Un Godzilla más japonés? Pues ahí lo tenéis.

Todavía falta el listo de turno que me diga que esto no es el Godzilla japonés. Seguro que no, y menos mal. Gracias a eso no tenemos que tragarnos un bizarro espectáculo de muñecos de cartón piedra. Aunque occidentalizado sigue siendo completamente absurda la idea de un monstruo que coma radiación y que sea el que tenga que venir a traer el equilibrio luchando contra otros monstruos. Esto está bien para un videojuego o una serie animada, pero no para una película que pretenda ser medio adulta y medio seria. El simple concepto de un combate de Godzilla contra King Kong es, cuanto menos, gilipollesco.

Patinazo en toda regla el de este proyecto. Para gustos los colores, de eso no hay duda, pero personalmente prefiero un Godzilla más creíble y con una conducta propia de un animal como el de Emmerich y con una historia humana detrás mucho más terrenal (periodistas que buscan la historia de su vida) y no esta broza en la que nos tenemos que comer al típico actor de moda (en este caso actriz y niña, que es mucho peor, ya que no pinta nada). Sin guión y sin un rastro de profundidad.

Me vuelvo al Madison Square Garden a dar pescado a las crías de Zilla. Saludos.