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10
6,9
47.159
Drama. Romance
Años 50. Frank (Leonardo DiCaprio) y April (Kate Winslet) se conocen en una fiesta y se enamoran. Ella quiere ser actriz. Él sueña con viajar para huir de la rutina y experimentar emociones nuevas. Con el tiempo se convierten en un estable matrimonio con dos hijos que vive en las afueras de Connecticut, pero no son felices. Ambos se enfrentan a un difícil dilema: o luchar por los sueños e ideales que siempre han perseguido o conformarse ... [+]
11 de febrero de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Revolutionary road" es una secuencia de cuadros en movimiento, un dilema y su juego de perspectivas que se enriquecen a cada pincelada que la sucesión de la imagen establece.
Narra la tragedia íntima de Frank y April Wheeler, una historia particular, pero como drama posee un alcance universal y su validez resulta atemporal: apela a toda pareja que decide establecerse dentro de una sociedad, señala las contradicciones que le son propias y obliga al espectador a enfrentarse a su dilema ineludible.
Sam Mendes revela un talento soberbio al desarrollar la tragedia íntima del matrimonio de los Wheeler estableciendo un brillante juego de perspectivas entre sus dos protagonistas y las personas que pueblan su entorno (el matrimonio vecino de los Campbell, los compañeros de trabajo de Frank, los Givings y su hijo desequilibrado). Tras una primera discusión el dilema central se plantea ante Frank y April: continuar con una vida acomodada pero cada vez más dolorosamente insatisfactoria o bien viajar a París en un intento por recuperar los sueños de juventud perdidos.
Narra la tragedia íntima de Frank y April Wheeler, una historia particular, pero como drama posee un alcance universal y su validez resulta atemporal: apela a toda pareja que decide establecerse dentro de una sociedad, señala las contradicciones que le son propias y obliga al espectador a enfrentarse a su dilema ineludible.
Sam Mendes revela un talento soberbio al desarrollar la tragedia íntima del matrimonio de los Wheeler estableciendo un brillante juego de perspectivas entre sus dos protagonistas y las personas que pueblan su entorno (el matrimonio vecino de los Campbell, los compañeros de trabajo de Frank, los Givings y su hijo desequilibrado). Tras una primera discusión el dilema central se plantea ante Frank y April: continuar con una vida acomodada pero cada vez más dolorosamente insatisfactoria o bien viajar a París en un intento por recuperar los sueños de juventud perdidos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Dos fuerzas entrelazadas constituyen el matrimonio de los Wheeler. Reducida a su condición de esposa y madre, April es el impulso más fuerte por romper con esa existencia anodina. Asqueado con su trabajo y hastiado de su vida rutinaria, Frank, con su concepción de la vida más convencional y realista, encarna una fuerza antitética, la del hombre que, si bien anhela salir de la mediocridad para no terminar como su padre, ha olvidado hace tiempo sus sueños y duda de si es capaz de triunfar concibiéndose a sí mismo en una vida nueva. En sus manos descansa el futuro de ambos y la memoria que lo conecta con sus sueños de joven triunfa en un primer momento.
A medida que los diferentes personajes ofrecen su visión sobre la decisión de los Wheeler de marchar a París, la comprensión del dilema se enriquece con el sabio juego de perspectivas que Mendes va imprimiendo progresivamente. Todo son pinceladas oscuras. El matrimonio vecino de los Campbell coinciden en su perplejidad pero difieren en sus sentimientos: él, señala la insensatez de Frank y secretamente le envidia por su esposa; ella, se muestra confundida y en su contradictorio rostro se refleja su ansia de una vida menos vacía. Los compañeros de trabajo de Frank bromean sobre sus impulsos románticos. Ponen a Frank ante el gran interrogante sobre qué hacer con su tiempo en París y Frank siente un auténtico vértigo ante las posibilidades que se le abren. Ante la mínima oportunidad de ascender en su trabajo en Connecticut, Frank cede en su ímpetu de revolución y pide tiempo a April.
El juego entre los polos de lo convencional (la perspectiva que el espectador capta en los Givings, para quienes Frank y April son la máxima expresión de la pareja ideal) y de lo irracional (la perspectiva que se apunta en John, matemático emocionalmente desequilibrado, según la cual Frank y April fracasan como pareja que intenta ir más allá de las normas sociales) dota al drama de una densa hondura emocional. Será la moral social dominante con su prohibición del aborto la que precipite la tragedia pero como Frank frente al parque en el que juegan sus niños desearíamos no haber cedido en nuestros sueños, en nuestros impulsos por seguir un camino auténtico.
La casa lucía muy bella, blanca, amplia, reluciente sobre una pequeña colina verde pero la vía revolucionaria comienza para cada uno de nosotros donde nos liberamos del molde social, donde renegamos de la hipocresía con los otros y de los engaños propios que abren abismos en nuestro interior y entre nosotros y aquellos a los que más queremos. Esta verdad es la que no queremos escuchar cuando somos demasiado viejos como Mr. Givings frente a su esposa en la escena final, cuando es demasiado tarde y yacemos postrados al final de nuestros días en una butaca. La tristeza nos embarga. Adiós, April, adiós. No supimos comprenderte.
A medida que los diferentes personajes ofrecen su visión sobre la decisión de los Wheeler de marchar a París, la comprensión del dilema se enriquece con el sabio juego de perspectivas que Mendes va imprimiendo progresivamente. Todo son pinceladas oscuras. El matrimonio vecino de los Campbell coinciden en su perplejidad pero difieren en sus sentimientos: él, señala la insensatez de Frank y secretamente le envidia por su esposa; ella, se muestra confundida y en su contradictorio rostro se refleja su ansia de una vida menos vacía. Los compañeros de trabajo de Frank bromean sobre sus impulsos románticos. Ponen a Frank ante el gran interrogante sobre qué hacer con su tiempo en París y Frank siente un auténtico vértigo ante las posibilidades que se le abren. Ante la mínima oportunidad de ascender en su trabajo en Connecticut, Frank cede en su ímpetu de revolución y pide tiempo a April.
El juego entre los polos de lo convencional (la perspectiva que el espectador capta en los Givings, para quienes Frank y April son la máxima expresión de la pareja ideal) y de lo irracional (la perspectiva que se apunta en John, matemático emocionalmente desequilibrado, según la cual Frank y April fracasan como pareja que intenta ir más allá de las normas sociales) dota al drama de una densa hondura emocional. Será la moral social dominante con su prohibición del aborto la que precipite la tragedia pero como Frank frente al parque en el que juegan sus niños desearíamos no haber cedido en nuestros sueños, en nuestros impulsos por seguir un camino auténtico.
La casa lucía muy bella, blanca, amplia, reluciente sobre una pequeña colina verde pero la vía revolucionaria comienza para cada uno de nosotros donde nos liberamos del molde social, donde renegamos de la hipocresía con los otros y de los engaños propios que abren abismos en nuestro interior y entre nosotros y aquellos a los que más queremos. Esta verdad es la que no queremos escuchar cuando somos demasiado viejos como Mr. Givings frente a su esposa en la escena final, cuando es demasiado tarde y yacemos postrados al final de nuestros días en una butaca. La tristeza nos embarga. Adiós, April, adiós. No supimos comprenderte.