Scott Stewart intentó entrar por la puerta grande del cine con "Legión" y se complicó tanto la vida que consiguió hacer una película muy prescindible. Sin embargo, con "El sicario de Dios" ("Priest") ha tirado por el lado fácil, sin complicaciones ni muchas pretensiones y ahora sí que le ha salido la jugada.

Basándose en una novela gráfica, así se evita comerse demasiado la cabeza creando un guión y un trasfondo desde cero, cuenta la historia de un "sacerdote" (no de los de ahora que abusan de niños, estos matan) en busca de su hija, secuestrada por unos vampiros (no de los de ahora que brillan en el sol, de los que mueren con la luz solar). Actores escasos y bien elegidos, con interpretaciones suficientes. Escenas de acción buenas, con cámaras "tranquilas" y sin operarios con Parkinson, y unos escenarios pobres pero que encajan.

En definitiva, "El sicario de Dios" es una película "de manual", simple, directa y sin pretensiones. Puro entretenimiento.