Es estresante visionar este filme, porque Fincher (el mejor director del momento) sabe aquello que dice que menos es más, y con una simplicidad latente te deja sin respiración durante las casi tres horas de metraje.
Perfectamente rodada, su único punto débil son los actores, a los que no encuentro metidos en el papel en ningún momento.
Un guión excepcional que no flojea en nunca y una película que se quedó a las puertas de ser una obra maestra por un error de cásting.
Mi nota: 9/10.