“Sicario” es una de esas películas que te atrapan desde el principio para no dejar que escapes. Su forma de tratar la lucha contra el narcotráfico tiene algo hipnótico, casi como una forma de vida más que como un trabajo, un mundo sin ley en el que la línea entre lo correcto y lo incorrecto es tan delgada que ni siquiera los implicados saben a veces en qué lugar están.

Y es en ese dilema moral en el que se encuentra atrapada la protagonista, experta del FBI en la liberación de rehenes que pasa a formar parte de equipo que se adentra en Juarez para transportar un preso. Blunt, que interpreta con consistencia y calidad a la idealista protagonista, ve ocurrir la acción a su alrededor tal y como lo hace el espectador, en primera persona, en una ciudad sin ley rodada por Villeneuve con precisión y mucha tensión.

El director canadiense venía de un par de títulos más que sugerentes (“Enemy”, “Prisioneros”) en los que sus personajes luchaban contra sus fantasmas interiores. En esta ocasión Denis mantiene el pulso con un rodaje muy personal en el que destaca la tensa acción y la incertidumbre que se produce a cada paso, en cada secuencia.

Junto a Blunt, Brolin tiene la solvencia necesaria para interpretar al director de la misión, y conjuga su autoridad más rígida con un humor negro que distancia de la acción. Pero la verdadera sorpresa es Del Toro, contratista intrigante que durante toda la película mantiene ese halo de misterio necesario. Excelente trío protagonista.

Sin duda se trata de una de las películas del año, con una trama que tira de energía para construir las excelentes secuencias de acción mientras utiliza las pausas para narrar la corrupción en la frontera entre Estados Unidos y Nuevo México, y que a la vez deja muchas preguntas en el aire.