Por momentos uno cree ilusamente que quedándose dormido pasarán todos los desastres que está viendo, pero no, eso no ocurre, los protagonistas siguen ahí, en pantalla, y amenazan con no decidirse.

No se deciden a pesar de que uno ya ha vislumbrado en el minuto ocho el argumento, mucho antes de que ambos se conozcan. No se sabe muy bien por qué, se empeñan en mantenerlo en secreto casi hasta el final. No se imaginan lo poco que nos importa.

Esta claro que es el típico drama que puedes (no) ver a la hora de la siesta, y sin embargo los pocos momentos que la película podría aprovechar para introducir algo de comedia son patéticos y dejan en evidencia a la pareja protagonista, sobre todo a un Eckhart que no se quita la percha en todo el rato.

Es una película realmente sosa y la ciudad tampoco invita a más, no podemos esperar que nos arregle el día.