Jason Bourne y Marie viven desplazándose de ciudad en ciudad para evitar ser localizados por la organización a la que pertenece el director adjunto Ward Abbot (Brian Cox) que se ha convertido en un peligro constante para sus vidas.
Ambos viven refugiados en Goa (India) pero son localizados y perseguidos por un sicario con la intención de acabar con ellos.
Bourne se abrirá camino en plan vengador en el que tendrá como objetivo acabar con la operación Treadstone y con el sospechoso asesino.
Los desplazamientos rápidos de cámara llegan por momentos a ser molestos lo que resta puntos en mi opinión a la valoración final.
A pesar de esto hay grandes secuencias de persecuciones a pie y en coches que le dan un plus de acción y consolidan la cinta.
La introducción del personaje de la agente Pamela Landy (Joan Allen) se convertirá en un obstáculo importante en la persecución de Bourne y será un hueso difícil de roer.
Se creará un conflicto de intereses entre ella y el adjunto Abbot en el que tendrán diferentes formas de pensar y de llevar la estrategia para la captura de Bourne.
En el pasado Nicky (Julia Stiles) fue una ayuda terapéutica importante para la recuperación de Bourne en su estado de amnesia y se convertirá en su mejor aliada.
Por lo tanto esta es una secuela a la altura de la original y que dará paso a la tercera entrega “El Ultimátum de Bourne”.