Describir esta película para gente que no la ha visto es muy difícil. Los sentimientos que afloran mientras estás con el visionado de este film son a ratos indescriptibles. Sientes agonía, impotencia, lástima, tristeza, en ocasiones alegría, esperanza, y como colofón una mezcla agitada con mucha fuerza de todo lo anterior (sin contar la alegría por supuesto). Si a todo esto le añades una banda sonora que desde el momento en que termina la película, ya no puedes volver a escucharla sin que un escalofrío te recorra todo el cuerpo, aparece “Requiem por un sueño”.

Darren Aronofsky está en estado de gracia en esta película. Todo le sale a las mil maravillas: todo está contado de una manera soberbia, todo encaja a la perfección, la atmósfera es la idónea para la situación, los actores están geniales (destacando por encima de todos, y sin ningún tipo de duda a Ellen Burstyn), el guión es asombroso, etc.

Estamos ante una película que debió haber marcado un antes y un después en el mundo del cine, pero que desgraciadamente, pasó inadvertida para la crítica en general y para el público en particular, y pasó a ser considerada como lo que a la gente le gusta llamar “cinta de culto” (siempre que la “gente” no entiende una película o le parece demasiado compleja dice que es una película de culto antes que decir que no la ha entendido).

Desde aquí, recomiendo a todo el mundo que no la haya visto que no pierda más el tiempo y que vaya al videoclub más cercano, no te arrepentirás.