Y vale, puede que un poco de nostalgia. La década de los ochenta, exceptuando la famosísima The Little Mermaid fue una época agridulce para Disney. Y digo esto porque han pasado bastante desapercibidas por crítica, público y taquilla pero nos brindaron un estilo más oscuro y juvenil. Si con The Fox and the Hound ya pudimos ver como una historia sencilla era tratada de un modo más agresivo en lo que a trazos de dibujo se refiere, esta cinta se decantó finalmente por lo puramente tétrico como ninguna otra lo había hecho antes.

La historia se nos presenta típica pero entrañable y plena de todos los tópicos necesarios de la fantasía medieval: joven granjero aspirante a guerrero, espada encantada, joven princesa a rescatar, carismático y extraño compañero de las aventuras del protagonista, un mago oscuro, goblins, dragones, brujas, etc. Y quién lo iba a decir, también una "puerca" (quién haya visto la versión doblada en mexicano sabrá de lo que hablo). Todo parece indicarnos algo sólo semejante, salvando las distancias, a The Sleeping Beauty y Sword in the Stone, realizadas décadas atrás. No obstante, ésta se centra en dotar de un ambiente de fantasía oscura y misteriosa, con trazados ásperos y detallistas, lejos de la elegante delicadeza de otras producciones.

Personalmente, adoro el modo en que se desarrolla la historia: es breve y concisa y nunca decae. Los personajes son simpáticos y, si cabe decirlo, la joven princesa es muy encantadora sin necesidad de ser modosa ni presumida. Otro aspecto que cabe destacar, es la notoria brusquedad de algunas escenas para un público presuntamente infantil. El villano puede resultar aterrador y en ocasiones incluso aparece sangre en algunas secuencias. ¿Recordáis algún otro filme de Disney donde suceda eso? Creo que no, así pues eso mismo ya merece un elogio.

Ojalá más gente se dejara seducir por esta película tan desconocida. Espero que algunos bienaventurados gafapastas curiosos lean esta crítica y lo consideren.