En un momento del film uno de los personajes explica a otro que la mansión Belasco es considerada el "Everest" de las casa encantadas, pues bien, podríamos decir que nos encontramos también con una película que sería, sino el pico más alto, si uno de los colindantes.

Fantástica cinta de terror con típica mansión encantada donde lo verdaderamente aterrador subyace en el inconsciente de los personajes. La insatisfacción sexual en el matrimonio, la castidad opuesta al deseo sexual, la frustración, la lucha entre ciencia y religión, raciocinio y fe, etc. Todo ello tiene cabida en una película que ofrece más de lo que aparenta, y que permite siempre dobles lecturas.

El film se inicia como cualquier película con casa encantada debería empezar, una amenazante mansión y cuatro individuos encerrados en ella. Pero rápidamente el director John Hough abandona el elemento terrorífico y se centra en navegar por la psique de sus personajes y sus fantasmas. Y es, en este punto, donde la película se distancia de las demás. La casa, más que como elemento terrorífico, sirve como revulsivo para que pasiones reprimidas afloren y sean superadas mediante una catarsis que, en algunos casos, conlleva la muerte.

Basada en la novela homónima "The legend of Hell House" de Richard Matheson, también firmante del libreto, y, cogiendo de ella los elementos más turbios, el director desarrolla un laberinto emocional, sirviéndose para ello de unos elegantes movimientos de cámara, una opresiva atmósfera y una sobrecargada ambientación que asfixia a los personajes sin más remedio que enfrentarse a ellos mismos. En esa lucha, significativa es la escena en la que una poseída Ann Barret intenta seducir al personaje interpretado por Roddy McDowall, o bien en la que la Florence Tanner acepta las peticiones del "fantasma".

Las estancias de la casa, de la que apenas temenos una estructura clara, se tranforman en laberintos emocionales por los que los personajes deambulan sin saber que son arrastrados por sus pulsiones.(Ese rojo que remite a lo sexual imperante en las habitaciones de la médium intepretada por Pamela Franklin (que repite en el cine de casas encantadas después de torturar psicológicamente a Debora Kerr en Suspense!) y en la de la esposa insatisfecha, a cargo de la debutante Gayle Hunnicutt, que culmina con ese juego de sombras sobre la pared). No es casual que en la descripción que se da del antiguo inquilino de la mansión se haga referencia a todas las fantasías sexuales que en ella acontecieron, despertando así la imaginación enfermiza de los allí presentes.

Podría decirse de ella que esa apuesta por lo psicológico y no por lo terrorífico juega en su detenimiento, pero la valentía y firmeza que demuestra su director, huyendo del efectismo, acompañado de un estupendo reparto y unos efectivos efectos especiales, junto con una asfixiante atmósfera (los personajes son encerrados en el plano de tal manera que nunca respiran), son razones más suficientes para reivindicarla.

Injustamente olvidada, merece ser rescatada y colocada donde se merece, junto a los grandes clásicos del cine de terror. (Como anécdota recordemos que en Scary Movie 2 se parodia la escena del ataque del gato, por lo tanto nos lleva a pensar que en cierto modo es todo un referente del cine de fantasmas).

Lo mejor; el reparto y lo turbio del conjunto.

Lo peor; da la sensación que podría haber sido mucho más terrorífica de lo que finalmente es.