Sin lugar a dudas, Wonder Woman ha sido el gran acierto del universo cinematográfico de DC. Es una película con una trama clara y concisa, compuesta por un notado elenco de actores y, en aspectos generales, sus efectos especiales están bien logrados. Sin embargo, en uno que otro momento, cae en escenas y diálogos cliché.

La performance de Gal Gadot, la actriz que le da vida al personaje de Diana Prince/Wonder Woman, es notable. La sencillez y el encanto de la princesa Diana, una guerrera de las amazonas que ha crecido en una isla paradisíaca al margen del mundo humano, paulatinamente dan paso a la heroína que queremos ver en la pantalla: una deidad épica y auténtica en todos sus matices, y que consigue cautivar a la audiencia en cada minuto.

La “Mujer Maravilla” que popularmente conocemos de la adaptación televisiva estadounidense de la década de los setenta, dista bastante de lo que hoy podemos ver en esta producción: no se remonta a la súper heroína que se esconde bajo una identidad ficticia, como una especie de “Clark Kent”. Por el contrario, durante todo el rodaje, se logra mantener la esencia de la princesa Diana de Themyscira, quien decide abandonar su hogar natal, para luchar contra una amenaza exterior, descubriendo la capacidad de sus poderes y su destino.

Lamentablemente, la media hora final del largometraje, donde se concentra su clímax, resulta negativamente desconcertante: los efectos especiales de la pelea final, dejan bastante que desear y los diálogos entre Wonder Woman y el antagonista de esta historia, de cierta forma, se tornan redundantes y estereotipados.

Aun así, es un film digno de ver en la pantalla grande, bien armado y que no se enreda al desarrollar su trama. Es una película entretenida, que goza de buenos momentos de acción y que, indiscutiblemente, será recordada en los géneros de fantasía y de súper héroes.