La vida privada de Sherlock Holmes, es una comedia de intriga que no tiene el resultado esperable para un director de la talla de Wilder. Dirigida con un ritmo premioso, no cumple ni mantiene el interés en todo momento, y deja al espectador ir perdiendo interés a su suerte e indiferencia, ya que lo que comienza con acierto, se va vaciando con el transcurso de la trama.
Las actuaciones, son creíbles y apropiadas, aunque sin brillo, con un Robert Stephens oportuno, Colin Blakely cumplidor, Geneviéve Page apática, y Christopher Lee pertinente y aceptable. Con diálogos eso sí, ingeniosos, agudos e irónicos, como es característico del personajes Sherlock Holmes, perspicaz y sutil en todo momento en sus deducciones.
También cabe destacar, la narrativa clásica del personaje de Watson, con su voz en off intrigando con enigmas para crear la atmósfera necesaria en la historia. Y los vestuarios, caracterizaciones y decorados alusivos y evocadores al momento histórico, siendo elegantes y distinguidos por parte de los protagonistas.
Y por último, mencionar negativamente la fotografía, que es sombría y poco atractiva, así como la música que ni es gran cosa, ni es idónea a la trama en ningún momento. Por lo que, en conclusión, aunque la considero una obra entretenida y amena a ratos, es bastante superflua e innecesaria en la filmografía del director. Ya que desilusiona al espectador por no mantener el interés y la atmósfera que crea al principio de la cinta, dando grandes expectativas a un film, que al final tan solo se queda en meramente aceptable y poco satisfactorio.