La noche de los muertos vivientes de George A. Romero es una cinta de terror gore y cine independiente norteamericano considerado por los seguidores del género una película de culto. Dirigida con un ritmo activo y con un estilo característico del director en el que los zombis son el centro de una plaga que comenzó con la radioactividad desprendida de un satélite, es una obra que comienza la imparable carrera de terror del director y es posiblemente la mejor y más recordada, que además sobrevive eficazmente el paso del tiempo aunque los efectos sean más antiguos y por tanto menos llamativos. Realizada de modo arrollador tiene un resultado lúcido para la época de visión obligada para los amantes del género.
La fotografía en blanco y negro es competente y tiene imágenes impactantes que estimulan al público con sus siniestras escenas y otras claustrofóbicas al sentirse encerrado dentro de la casa. La música es inquietante en un intenso trabajo que acompaña la acción y hace sentir la constante alarma del peligro en una labor perturbadora que mantiene al público pegado al asiento. Los planos y movimientos de cámara aumentan la inquietud del espectador mediante el uso de los detalles, subjetivos, cámara en mano y avanti rápidos que desconciertan en las escenas de los ataques.
Las actuaciones son eficientes pero sin brillo. Contando con las interpretaciones de Judith O´Dea, Duane Jones, Marilyn Eastman, Karl Hardman, Judith Ridley y Keith Wayne entre muchos otros. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios naturales y para los zombis unas caracterizaciones admirables y sobrecogedoras para la época que cumplen notablemente con su cometido. Destacan también unos efectos competentes y sensacionales que al ser en blanco y negro el film luce algo menos que si hubiera sido en color.
El guion, escrito por el director junto con John A. Russo, es implacable en una historia sencilla pero efectiva que mantiene al público pegado al asiento, marcando el comienzo de un tipo de cine que además, lleva los zombis como excusa para marcar los defectos de la sociedad de la época en sus distintas facetas, satirizando en su contexto al antojo del director. Esto se lleva a cabo con una narrativa insidiosa que está plagada de enigmas en un expresivo trabajo que mantiene hasta el final la esperanza de salir con vida de la casa.
En conclusión, la considero una obra inmortal e indispensable en el género, la primera de un director caracterizado en la temática zombi, creando una auténtica película de culto que es recordada entre las mejores de su categoría y sirvió como base para posteriores cintas tanto del mismo director como para otros directores. Recomendable por su dirección, guion, fotografía, música, efectos, planos, movimientos de cámara y caracterizaciones que vuelven a La noche de los muertos vivientes, un film de visión necesaria para los amantes del género que ayuda a comprender el cine de terror realizado posteriormente al tomar este como base.