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España España · Girona
Voto de Espoir:
6
Drama Linda Lovelace es conocida principalmente por el notorio éxito de taquilla de la película porno de 1972, 'Garganta Profunda'. Más tarde, cuando dejó el negocio del porno, la actriz se divorció de Chuck Traynor y recuperó su verdadero nombre: Linda Boreman. Además, acusó a su exmarido de haberla obligado a prostituirse y dedicarse a la pornografía, recurriendo a todo tipo de violencia e incluso al hipnotismo. (FILMAFFINITY)
23 de agosto de 2013
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lovelace es una película correcta que podría haber sido mayúscula de no haber sido víctima de una extrema precaución. Está rodada como si no quisieran que una granada sin espoleta les explotara en la cara. 93 minutos apresurados (aunque se agradece la concisión en estos tiempos en que en seguida te meten dos horas veinte con cualquier tontería) en los que se repasa someramente una de las vidas más turbias y duras de la cultura americana posmoderna desde un punto de vista bastante naïf. Es como si director y guionista se hubieran mirado y dicho: mejor no la liemos, que los cines X ya no se llevan y a ver cómo nos lo montamos para rodar una peli razonablemente blanca sobre la vida de una estrella del porno.

Y no nos engañemos: ni se llevan ya los cines X, ni se lleva el público de películas comerciales al que le apetezca ver un drama psicológico de calado. Superficial? Sí, lo es, aunque a mí me ha gustado bastante. Me habría interesado más si hubiera sido más turbia y dolorosa, cosa que en el caso que nos ocupa significaría simplemente realista. Pero debo reconocer que tal y como está es eficaz desde un punto de vista tanto cinematográfico como comercial, y diría que ese tonillo ligero tiene incluso cierta voluntad meta, como si se diera a entender que la misma Lovelace no daría demasiada importancia al relato de su fama.

Me ha gustado Amanda Seyfried, que es una actriz maravillosa e intensa. Me gustó en el bodrio de Mamma Mia, me dejó muerta en el buen sentido en la impresionante, y extenuante -hasta para el espectador- Los Miserables y aquí me la creo interpretando a esa mezcla de vecina de al lado y bomba sexual más o menos consciente de ello.

Me ha gustado el resto del elenco, mención especial a Sharon Stone haciendo de señora de su edad con un rictus de amargura y dolor que es la viva imagen de una Bernarda Alba californiana.

Me ha gustado la estructura. La primera mitad de la cinta refleja lo bueno -aparentemente- de la vida de Lovelace. Un marido que la quería y la ponía mirando a Cuenca la mar de bien, el deshacerse de la madre cancerbera, los avatares más insólitos y divertidos de su entrada en el mundo del porno -rodados en clave de comedia y con bastante gracia-, cómo Deep Throat transcendió el porno y se convirtió en un fenómeno de masas y en un alegato sobre el derecho de la mujer a la búsqueda y exploración del placer.

Pero como todo tiene dos caras, la segunda parte de la cinta nos introduce en el infierno de vida personal que llevó a Lovelace hasta -esto no sale en la peli- el rodaje de clips zoófilos. El maltrato sistemático por parte de su marido, el rechazo por parte de su puritana madre, la explotación sexual y económica que le infligió el esposo, la falta de libertad para organizar su vida una vez éste se dio cuenta que lo que tenía su mujer en la garganta era una mina de oro, no el clítoris.

La película huye del adoctrinamiento y la compasión. Al final, cuando Lovelace hace su speech televisivo, acecha la música y el tonillo telefilmero; pero vuelvo a ver ahí esa misma voluntad meta que sobrevuela la espuma de los días supuestamente felices de Lovelace: no es que sea un momento sensiblero, es que así esperaba América que lo fuera, pese a que Lovelace nunca se tuvo demasiada lástima a sí misma. Sí renegó de sus días en el porno, pero nunca se convirtió en una puritana.

Con una dirección acertadísima, un equilibrado juego entre la comedia y el drama, una actriz principal maravillosa y una notable ambientación, Lovelace es un producto más que digno que desgraciadamente no transcenderá porque le falta el aplomo de un guión de peso, pero es más que disfrutable.
Espoir
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