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Voto de Maldito Bastardo:
1
4,2
4.556
Romance. Comedia
Beth Harper (Kristen Bell), una joven y exitosa agente de la propiedad inmobiliaria de Nueva York, es muy desafortunada en el amor. Pero, cuando viaja a Roma e impulsivamente roba unas monedas de una fuente en la que las personas la arrojan en busca del amor verdadero, Beth comienza a ser perseguida incansablemente por numerosos pretendientes. (FILMAFFINITY)
15 de diciembre de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Considerada una de las peores películas del 2010, “En la boda de mi hermana” nos demuestra que el pasado y la fama son tan pasajeras como pajilleras. ¡Pobrecica Kristen Bell! ¡Pobrecica! Esta niña molaba cuando echaba chispas y tenía el chocho electrificado en “Heroes”, pero fue acabar la serie y electrificársele el cerebro… yendo de proyecto en proyecto desenamorando al personal haciendo de ‘enamorada’. De acuerdo, es la niña de “Veronica Mars” y promete volver… pero creo que su personaje en este B-O-D-R-I-O representa en qué se ha convertido actualmente su carrera como actriz. La Bell quiere a un chico más que su trabajo. Simple, ¿verdad? Pero al mismo tiempo que quiere ser reconocida en su trabajo no quiere que le coman lo de abajo… porque lo mismo le meten la moneda por la refaja y, al final, las neuronas de todos los implicados se rebajan. Que nos muestren una moneda de un euro que parece un rublo o una moneda de dos pavos nos da lo mismo. ¡Son americanos! Les importa una mierda Europa más allá de la foto y el powerpoint de monumentos. También nos da lo mismo que todo quede sujetado con argumento absurdo que hubiera sido un descarte de una comedia en los ochenta. ¡Nos da lo mismo!
Aquello que no nos da lo mismo es que la comedia romántica italianini más tontini del 2010 nos habla de las heridas de amor y enamoramientos de parvulario entre adultos disfuncionales ataques de desesperación y vergüenza ajena en el propio público. Da lo mismo la laguna argumental si el espectador se encuentra completamente catatónico e idiotizado. Los guionistas pensarían que ellas se fijarían en los peinados de Kristen Bell y ellos en la recompensa (seguramente sexual) por aguantar el martirio de hora y media. Dolorosamente estúpida, “En la boda de mi hermana” nos muestra realmente las dos caras de toda moneda.
Porque esta película nos enseña una importante lección, como la protagonista en un momento de desesperanza: darse a la bebida. Embrujos de garrafa y credulidad puesta a prueba de magia, las muecas son tan repetidas como el pesado plomo que intenta enamorar a los imprudentes espectadores a moratones en las retinas ante tanta mojiganga. Las hadas existen pero hay que pagarles una entrada para que finalmente te muestren que el amor es una cadena de catástrofes y viajes pagados a golpes de talonario. La protagonista elige el amor de un cuerpo Danone frente a la pasta de un ricachón como Danny DeVito. ¡Y todos sabemos que la pasta está buenísima! ¡Sobre todo en Italia! ¡Será tonta la rubia de bote! Está claro que el slapstick no encaja en la actualidad dentro de los patrones mainstream. Ya nos mostraron la lección en “Los tres chiflados” aunque aquí deberían haber remojado el refajo de la protagonista ante tanto calor y estupidez. Sí, “En la boda de mi hermana” es simplemente un infierno internacional que incita claramente a la alcoholemia como vía de escape. Desconozco por qué las campañas sobre el consumo de bebidas alcohólicas no se centran en películas tan peligrosamente (estúpidas) y llenas de HAMOR como la aquí expuesta. Simplemente, lo desconozco... como el peligroso futuro de la Bell. ¿Sobredosis... de droja o estupidez?
Aquello que no nos da lo mismo es que la comedia romántica italianini más tontini del 2010 nos habla de las heridas de amor y enamoramientos de parvulario entre adultos disfuncionales ataques de desesperación y vergüenza ajena en el propio público. Da lo mismo la laguna argumental si el espectador se encuentra completamente catatónico e idiotizado. Los guionistas pensarían que ellas se fijarían en los peinados de Kristen Bell y ellos en la recompensa (seguramente sexual) por aguantar el martirio de hora y media. Dolorosamente estúpida, “En la boda de mi hermana” nos muestra realmente las dos caras de toda moneda.
Porque esta película nos enseña una importante lección, como la protagonista en un momento de desesperanza: darse a la bebida. Embrujos de garrafa y credulidad puesta a prueba de magia, las muecas son tan repetidas como el pesado plomo que intenta enamorar a los imprudentes espectadores a moratones en las retinas ante tanta mojiganga. Las hadas existen pero hay que pagarles una entrada para que finalmente te muestren que el amor es una cadena de catástrofes y viajes pagados a golpes de talonario. La protagonista elige el amor de un cuerpo Danone frente a la pasta de un ricachón como Danny DeVito. ¡Y todos sabemos que la pasta está buenísima! ¡Sobre todo en Italia! ¡Será tonta la rubia de bote! Está claro que el slapstick no encaja en la actualidad dentro de los patrones mainstream. Ya nos mostraron la lección en “Los tres chiflados” aunque aquí deberían haber remojado el refajo de la protagonista ante tanto calor y estupidez. Sí, “En la boda de mi hermana” es simplemente un infierno internacional que incita claramente a la alcoholemia como vía de escape. Desconozco por qué las campañas sobre el consumo de bebidas alcohólicas no se centran en películas tan peligrosamente (estúpidas) y llenas de HAMOR como la aquí expuesta. Simplemente, lo desconozco... como el peligroso futuro de la Bell. ¿Sobredosis... de droja o estupidez?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La película se cae en pedazos a su propia fuente cuando es sabido que debería ser la protagonista aquella que debería retornar la moneda a la fuente, para que el hechizo se rompa, y al final acaba siendo el churri aquel que lo hace, destruyendo las pocas neuronas del argumento. Pero, repito, ¡nos da lo mismo!