Los tiempos cambian pero la telebasura que inunda las parrillas televisivas sigue inalterable. Telecinco parecía que iba a desquitarse de tanto reality, de tanta basura innombrable encargando a Narciso Ibáñez Serrador la coordinación y elaboración de seis tv movies fantásticas (de género que no de calidad) para su emisión con la dirección de varios directores más o menos ‘interesantes’. ¿Alguien las ha visto en TV? Yo que sepa se han emitido dos y el resto “por confirmar”. Por confirmar si hay espacio entre tanto freak televisivo, entre tanta histérica gritona haciendo karaoke y entre tanta vergüenza ajena (con o sin prueba del polígrafo) para poder dar al espectador un respiro.

La pasta y la basura van ligadas al prime time. La audiencia cada vez se conforma con menos. Pronto veremos a un burro fornicando con los inquilinos de Gran Hermano y seis millones de televidentes lo celebrarán (yo el primero). El burro pasará la prueba del polígrafo entre rebuzno y rebuzno para que cuatro millones de espectadores averigüen quién fue el primero en poner el culo. Finalmente el asno acabará sus días televisivos en los programas del corazón rebuznando su romance con Belén Esteban. Cinco millones de televidentes esperarán al momento sublime: el enfrentamiento dialéctico entre ‘periodistas’ y ‘protagonistas’. Los rebuznos, gritos y difamaciones se fusionarán con el anuncio de la última melodía para poner en tú móvil. El burro pasará a la historia televisiva cuando un elefante ocupe su ligar en la siguiente edición de Gran Hermano. La televisión actual es así.

Y eso que esta nueva ‘revisión’ a los tiempos modernos de “Películas para no dormir” no quitará el sueño a nadie. Es más, ni me parece reivindicable ni nada del otro mundo.
El mínimo común denominador es una mediocre banda sonora en todos los episodios y para eso me quedo con “Masters of horror” pese a ser en conjunto completamente desechable. Si no se emite no pasaría absolutamente nada, pero resulta más apetecible que ver a varios primates en un confesionario, a veinte niñatos dando en do de pecho o cualquiera de las infernales teleseries patrias. Aunque ¿no es eso ya el verdadero terror?


Con un tema tan trillado como el de las casas encantadas poco se puede sorprender. Álex de la Iglesia al menos lo intenta entre tanto cliché y añade a la fórmula algo de humor vía secundarios (Antonio Dechent) y más física cuántica que temas paranormales.
La jugada le sale bien aunque a muchos ratos irregular. Más cercana a la vez al universo de Kaufman de “Cómo ser John Malkovich” que de “Al final de la escalera” como parecían las intenciones inicialmente.
Es lo mejor de estas renovadas “Películas para no dormir” y por lo tanto la más salvable y reivindicable. Un sabroso conjunto de suspense con dosis de humor negro, que finalmente sorprende perdonando sus lagunas narrativas, de uno de los directores españoles actuales más interesantes. Ahora a esperar “The Oxford Murders” que promete bastante.