Pocos directores pueden estar orgullosos de trasladar la inocencia a un podio tan alto y etéreo que es capaz de derretir al hielo más compacto y gélido. No importa que millones de toneladas de agua sumamente pesada se pongan encima de su cine porque emergerá con tanta fortaleza que se elevará nuevamente al cielo.
Inicio mudo arrebatadamente infantil y universal. Esta es una historia entre dos mundos, la luna se acerca, los universos se atraen… ¿Los mundos opuestos pueden estar juntos… o separados? Parece ser la gran pregunta que ya había lanzado Miyazaki en numerosas previas de su filmografía. Se puede criticar su recta final pero posiblemente refleje esa magia Miyazaki que nadie ha sido capaz de imitar. No sabemos que hubiese pasado si hubiese caído en las redes un Predator pero el amor infantil, parecen que es irrevocablemente poderoso… Sosuke y Ponyo han roto el sello de dos mundos y el corazón y las emociones de media humanidad… Nuevamente otro tanto para un director que hasta en películas de transición sabe rendir al máximo.

La simbiosis terrenal de ese pez o niña con patas encandilará a propios y extrañois… La chica-pez encerrada en un Castillo quiere libertad y amor furtivo. Sosuke da nombre y promete protección a la ‘besuga’. El papá de la chica-pez quiere recuperar a su pequeña vástago. Un beso por unas piernas o era unas piernas por un beso. Aparentemente nada nuevo. La adaptación de “La sirenita” de Hans Christian Andersen es sumamente novedosa para estar tan vista. Parece más dócil que otros filmes del maestro pero es su trabajo más artesano en tiempos de tecnología y renderización.
Frases dichas y cuentos: ‘No es lo mejor de Miyazaki pero es tan potente e imaginativa a nivel visual que la poesía vuelva a fluir y llegar como grandes olas a nuestros corazones’. Exuberante y liosa, desinhibida y mágica. A veces, la grandeza no se encuentra en la perfección narrativa sino en la suma de sensaciones. Tocado con una varita mágica de nuevo el director de “El viaje de Chihiro” realiza una nueva acrobacia hacía la imaginación, sencillez y lirismo. La acuarela nunca fue tan acuosa por lágrimas de felicidad y emoción.