Los hay con mucha suerte. Cuatro películas con reconocimiento internacional desde 1996 y dos palmas de oro entre otros muchos galardones. Todos conseguidos con la misma fórmula.

Si fuese un Dardenne dejaría de hacer cine y dedicarme al euro millones para conseguir una agradable jubilación muy anticipada. Porque los hermanos Dardenne lo han vuelto a hacer. Seguramente han cogido un recorte de prensa, de esas noticias de cuatro líneas y ya tenemos historia y película. Escogemos a dos actores que nos ofrezcan dos irremplazables actuaciones, nos aprovechamos de nuestra experiencia en el documental y en el docudrama de nuestros anteriores filmes y ya tenemos otra palma de oro.

La pregunta es ¿qué hubiese pasado si este mismo filme se rueda en España con un director novel? Y la respuesta más cercana es que no entra ni una sección paralela de Cannes.

Al contrario de lo que le sucede a otro de los directores asiduos a Cannes, Michael Haneke, que repite el mismo estilo sobre diferentes fórmulas, los Dardenne repiten en estilo, fórmula (la redención del personaje) y trastocando ligeramente las historias siempre en clave social.

Tal vez la historia de "El niño" sea la más redonda y seguramente si nos la hubiesen entregado en lugar de "La promesa", su mejor película en mi opinión, no me extrañaría que estuviese en mi lista de mejores películas de los noventa. Pero nueve años y dos interesantes películas que no me emocionan ("Rosetta" y "El hijo") pesan y mucho.

Tampoco ayuda la antipatía que me despierta su personaje principal, una persona que vive al día mediante trapicheos y la compra venta de material robado. Y sobre todo que ante la oportunidad de conseguir un trabajo con sueldo de 1000 € escupe que no le apetece trabajar ya que es de "pringaos". En fin, que ninguna futurible redención puede hacerme sentir cualquier clase de compasión por este ser.

Para colmo de males el supuesto docudrama tampoco resulta creíble en determinados aspectos. Lo de la recién salida de un paritorio dando volteretas en un parque es de chiste.

Aun así tiene detalles, como su perfecto engranaje para conseguir la emoción, para que me siga pareciendo interesante la fórmula de los Dardenne.
Pero prometo, juro y perjuro que esta es la última vez.