El tiempo (y esta serie) es como una goma elástica: cada uno puede estirarla, tensarla y aflojarla a discreción. Sobrevalorada, dirán algunos; incomprendida por la envidia, dirán otros. “Girls” nos trae de la mano el sobresaliente talento y exhibición ombliguista (y a mucha honra) de Lena Dunham. Estamos ante la evolución generacional y cronológica de “Sex and the City (Sexo en Nueva York)” y posiblemente, ante los mismos comentarios y comparaciones, la serie se mira desde su piloto como espejo de esta en el personaje virginal de Shoshanna, una idealización metafórica de lo virginal y sofisticado. Una vez divisado el homenaje/asimilación, Lena Dunham se dispone a caminar y enfrentarse a ese temido mundo.

No sé si es la crónica de una generación o el diario de vivencias de Lena Dunham, pero “Girls” es una ficción siempre sorprendente y divertida con sus escarceos dramáticos y sentimentales entre la desinhibición sexual y el camino hacia la madurez. Nueva York es el perfecto escenario, tan cosmopolita como proclive a los sueños de una generación norteamericana. Con cuatro personajes femeninos muy definidos, Lena Dunham se enfrenta a los contrastes de ensoñaciones e idealizaciones frente a la cruda realidad y los golpes de la vida. La inteligencia de la propuesta puede tanto epatar como cargar al espectador. La perfecta banda sonora y elecciones de temas musicales nos dejan implícito el buen gusto y lo pretencioso e indie de la propuesta. Que Judd Apatow esté detrás y respalde “Girls” no deja de ser sinónimo de la evolución de la comedia hacía tintes dramáticos y sexuales, característicos en la obra del director de “Virgen a los 40”.

“Girls” es tan brillante como honesta y cargada de un humor inteligente y brutalmente ácido, repleta de la ironía vital con un futuro tan gris como incierto, sin capacidad de visionar cualquier perspectiva laboral después de la universidad. No existe rincón para sentirse superior y la propia escritora, directora, productora y actriz decide enfrentarse a sus miedos sentimentales, románticos, anímicos, profesionales y autorales como catarsis y redención personal. Su cuerpo parece ser su arma y envoltorio y no visionamos la serie desde ningún atisbo de frivolidad sino de crudeza, como si la propia Lena Dunham mostrara la cruda realidad a la que se ha enfrentado previamente.

En “Girls” las cosas se ponen muy feas y serias, pero se halla un equilibrio entre lo amargo y cómico de todo asunto trágico: ya sea trabajo, amor o sexo. A veces parece que el fracaso socioeconómico actúa como metáfora en la vida de esas cuatro jóvenes, al igual que sus títulos de crédito, y sus intentos de supervivencia en un mundo voraz, pero la carga humorística actúa como sarcasmo para demostrarnos que la mejor manera de afrontar la vida es con humor y mucho sexo. Con mucho de todo y todo realmente adictivo y estupendo.

P.D.: Es cierto que en la segunda temporada (a falta de que se emitan sus tres últimos capítulos) todo se vuelve más previsible y menos certero. ¿Cómo la vida y el sexo al fin y al cabo? ¿Es esa la moraleja de tu cosmopolita-y-puti-fashion cuento sin hadas, Lena Dunham?