Aunque su técnica de animación aún no se había perfeccionado como lo haría después se agradece toda la humanidad que exuda esta obra desde los primeros capítulos.

Es terrible que con el cambio de gustos del espectador las grandes series del pasado sean ignoradas. La serie se repuso varias veces y parece que siempre funcionó en audiencia.

Sin embargo, es una obra infantil, sentimentalmente edulcorada y obviamente jugaba de mala manera con los sentimientos de los más pequeños para buscar el patetismo y los sentimientos bondadosos, pero había muchas cosas sobresalientes en esta serie: desde su pegadiza banda sonora hasta sus planteamientos aparentemente sencillos y saber mantener el interés del espectador.

Supieron humanizar hasta lo indecible a Heidi, al abuelo solitario, cascarrabias y algunas veces mezquino lo ennoblecieron, a su amigo Pedro que era un poco dejado y que iba a lo suyo, los humanizaron con un clásico infantil de buenos valores.

Completamente recomendable para el público infantil (muchos más que los dibujos asépticos de hoy en día que no enseñan valores con sustancia) en buenos valores como la comprensión y ayudar al otro si no nos supone un coste.