Haz click aquí para copiar la URL
España España · Málaga
Voto de Maroon:
8
Drama Un día en la vida de Monsieur Oscar: un hombre que se traslada, en una lujosa limusina blanca conducida por Céline, de trabajo en trabajo. Para cada uno de ellos adopta una nueva personalidad: mendigo, monstruo, asesino, padre de familia... (FILMAFFINITY)
18 de marzo de 2013
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Holy Motors no deja indiferente a nadie. Para bien o para mal, este diluvio de imágenes impactantes con un, en un primer momento, carente sentido argumental, hará que pienses que has perdido 2 preciadas horas de tu vida o que, por el contrario, te haya hecho pensar sobre cómo te han contado una historia que realmente no existe. La reflexión que he podido sonsacar de esta "no historia" está enfocada a la realidad.

En la película se nos presenta una persona que va cambiando constantemente de aspecto, personalidad y de entorno. Al principio podría parecernos que simplemente se trata de un loco con dinero que se dedica a divertirse poniéndose una máscara, pero pronto nos daremos cuenta de que va más allá: las personas con las que interactua son cómplices de su farsa.

En un momento de la trama, nuestro camaleónico protagonista entablará una nada banal conversación con otro personaje acerca de este pensamiento:

"—¿Nunca te has planteado dejarlo? ¿Por qué sigues en esto?
—Por lo mismo que empecé: por la belleza del gesto.
—Pero dicen que la belleza, en realidad, está en el ojo del que mira.
—Y entonces, ¿si ya nadie mira?"

Nuestro protagonista es el gato de Schrödinger encerrado por unas oscuras máscaras. Todos nos lo estábamos creyendo, incluso los espectadores de la película desde nuestro descansado salón. La realidad es una construcción social. Esas personas a las que va a visitar se convierten automáticamente en actores en sí mismos en la medida en que asumen que aquel cliente al que han pagado está actuando, volviéndose cómplices de su obra. En ese preciso momento la realidad subjetiva que nos hemos creado pasa a formar parte de nuestra propia realidad.

El principio recuerda mucho a un joven Jean-Luc Godard obsesionado con el lenguaje. Los espectadores de una sala de cine están aparentemente dormidos, mientras en la película se suceden acontecimientos la mar de ruidosos. Se está contando algo y el ojo que mira no lo está interpretando. Así podríamos resumir Holy Motors. Habrá momentos en el que nuestro ojo no sepa interpretar las imágenes que pondremos frente a él debido a que estamos acostumbrados a tenerlo todo dado, acostumbrados a películas enlatadas que no requieran de ningún esfuerzo intelectual por parte del espectador y claro, asusta.

Antes de quitar esta película a los 15 primeros minutos porque no la entendemos deberíamos asumir que no está en un lenguaje narrativo convencional, que el contexto al que nos enfrentamos es en realidad diferente al que conocemos.

Deberíamos sentarnos frente al televisor y asumir que cualquier cosa que salga por esa pantalla será mentira. Pero será real.
Maroon
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow