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Voto de Archilupo:
7
Drama Mark Renton, un joven escocés de Edimburgo, y sus amigos son adictos a la heroína, lo que significa que viven fuera de la realidad, en un mundo aparte. Dentro del grupo hay un psicópata alcohólico y violento, un joven desesperado, un mujeriego con un conocimiento enciclopédico sobre Sean Connery y un entusiasta de las caminatas y de Iggy Pop. (FILMAFFINITY)
12 de febrero de 2009
52 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Trainspotting’ alude al rosario de pinchazos en el brazo del yonqui: un convoy de puntos oscuros.
A ritmo de subidones y bajones, la película se ciñe a la existencia primaria de jóvenes sin futuro, época Thatcher, en torno a la droga dura en Leith, el barrio portuario de Edimburgo.

“Yo elegí no elegir la vida... ¿Razones? No hay razones… ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?... Mil veces mejor que el mejor orgasmo… Cuando estás enganchado, sólo hay una cosa.”

La peña se busca la vida en un terreno plagado de drogas más o menos sintéticas, desde el alcohol a la heroína, pasando por los fármacos.

Buena parte de la fuerza expresiva del filme procede directamente de la novela de Irvine Welsh, que reparte la narración entre varios personajes alrededor del principal, Renton (Ewan McGregor), y está adaptada con brío e inteligencia, evitando el mimetismo y conservando la creatividad eléctrica de un lenguaje cargado de tanto argot como ansiedad.
Con montaje sincopado y dinámico van apareciendo los amigotes: “La madre superiora”, así llamada por el tiempo con el hábito, que conoce un método de desenganche, los supositorios de opio, y de ahí el episodio del más asqueroso retrete de Escocia; el psicópata Franco, notablemente creado por Robert Carlyle; el que sucumbe a la sobredosis o el especialista en Connery…

Entre chutes y monos, peleas de bar, entrevistas para el subsidio, jeringas sucias, pisos sin tabiques y con boquetes, sexo casual, impulsivo y borracho, Iggy Pop, excursiones fallidas a un campo que les da vértigo, detenciones y bebé muerto, metadona y reenganche, alternancia de momentos frenéticos y momentos congelados que se aprovechan para efectos e impactantes (¡el niño en el techo!), la historia discurre con musical crudeza hacia el cínico final, sin asomo de moraleja.
Archilupo
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