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Voto de Archilupo:
5
Drama Un viejo pescador vive en medio del mar con una muchacha a la que recogió cuando era niña. El viejo pescador espera que ella cumpla 17 años para desposarla. Mientras tanto, prepara la dote, la protege contra los hombres que vienen a pescar a su barco e intentan propasarse con ella. Su única forma de protegerla es disparando con el arco, un arco que también le sirve para adivinar el futuro y como instrumento musical. Un buen día, un ... [+]
27 de septiembre de 2008
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
1. “El arco”, como cuento tradicional:

Érase una vez un viejo marinero, sencillo y noble, que vivía en un barco igual de viejo, varado unas millas mar adentro. Vivía con él una graciosa niña, encontrada años atrás. Desde entonces la cuidaba amoroso, la bañaba y alimentaba, y tachaba anhelante en el calendario los días que faltaban para casarse con ella.
Poseía el viejo un mágico arco con que disparar flechas infalibles y, convertido en violín, tocar bellas melodías.
Se ganaba el pan trayendo en su lancha a pescadores aficionados, para que tendieran sus cañas desde el barco. También les adivinaba el porvenir, pues había recibido de los cielos el don de leer el destino en las flechas de su arco.
Algunos pérfidos excursionistas, movidos por bajos instintos, veían a la niña con intenciones lascivas, pero el anciano los mantenía a raya con sus dardos, protegiendo así a su futura esposa.
Era devoto y preparaba buenas nupcias, cuyos atavíos caros iba comprando poco a poco, merced a sacrificios. Varias imágenes de Buda se repartían por el barco, para mantener al hogar flotante en el rumbo correcto de la vida.
Pero llegado fue el día en que entre los excursionistas apareció un apuesto estudiante. La niña, casi adolescente ya, no apartaba de él los ojos, para inquietud y sufrimiento del anciano…


2. “El arco”, como obra realista:

En su decrépita gabarra, un primitivo pescador mantiene aislada del mundo a una niña que se encontró cuando ella tenía seis años.
Durante una década la ha adiestrado en el uso de un arma, el arco, la ha bañado y alimentado, para casarla con él en cuanto deje de ser una niña.
El viejo ofrece a los pescadores de caña que trae al barco adivinarles el porvenir mediante un número circense que pone en juego la vida de la pequeña, para crear espectáculo. Si los excursionistas se arriman a ella, tonteando y metiendo mano, como si estuviera incluido en el precio, el viejo, encolerizado por los celos, les dispara flechas y expulsa a patadas.
Lleva siempre la misma ropa y duerme vestido. Ha preparado a la niña un camastro bajo el suyo, y por las noches deja caer el brazo para tocarla, aferrar su mano y asegurarse de que ella está ahí, y la tiene. Tal vez por escrúpulo legal, el anciano aguarda ansioso a que la chica cumpla la mayoría de edad para hacerla suya.
Sus planes se ven amenazados cuando en una de las excursiones llega un estudiante capaz de notar algo anómalo en la situación…

3. Ambas visiones (con estrecho pasillo intermedio para interpretar símbolos y metáforas) son posibles, pero de ardua compaginación.
De hecho, se estorban; obligan a desplegar conceptualmente unas lentes bifocales, algo que no debe ocurrir ante una película lograda y coherente.

Los elementos mágicos aislados bloquean la comprensión realista. A la inversa, la forma poco elaborada y la patente precariedad de la producción dejan bastante al aire el cartón de la realidad propuesta, lastrando el vuelo a regiones encantadas.

(5,5)
Archilupo
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