Mo cuishle

El señor Clint Eastwood regala cine. Y lo regala sin grandes artificios ni rebuscada narración. Lo muestra sobrio, adaptado pero antiguo. Lo enseña sin efectos especiales ni macropresupuestos. Lo plasma bien contado y con una historia que absorbe al espectador.
Creo que podría estar escribiendo largo rato sobre las impresiones que me ha dado Million Dollar Baby pero intentaré ser breve en este comentario. Me siendo incrédulo cuando con tanta simpleza algo me impacta tanto por lo bien contado que está y me preguntó varias veces si no es de esa manera como se debería catalogar la genialidad, esto es; haciendo lo díficil sencillo, haciendo lo simple magnífico. Million Dollar cumple a la perfección ese patrón.
Al igual que Mystic River, esta película es un libro muy bien escrito en imágenes con un trío de personajes profundos, ricos en sentimientos pero totalmente humanos y normales, fuera de los cánones de la ficción. Real como la vida misma: Eddie (Clint), un hombre adusto y parco en palabras cariñosas que ha vivido por el boxeo, marcado por la pérdida afectiva que tiene su hija hacía él y con una filosofía que se cimenta en la primera norma: protegerse en todo momentp. Maggie (magnífica Hillary Swank) una camarera de familia pobre que trabaja a destajo para costearse su sueño: ser boxeadora profesional. Sabe que puede triunfar por encima de todo porque ha nacido para ello, dar golpes a una vida que siempre le muestra el vaso medio vacío y que nadie se lo quiere llenar...Y Scrap (perfecto Morgan Freeman) un ex-boxeador que perdió un ojo en su combate 105 (creo recordar), regente e inquilino del gimnasio de Eddie...La vida le ha enseñado mucho y cree que debe contar la historia de la película ( su voz en off le proporcina esa pizca que hace la narración aún más atractiva), aunque no sepamos el motivo hasta el final....Los tres juntos ( magníficas y ejemplares interpretaciones) forman un triunvirato de relaciones que se evidencia madiante ingeniosos y secos diálogos (excelsa labor de Haggis) y miradas que muestran emociones y profundos pensamientos que las palabras no expresan.

La música (suave, calmada, perfecta acompañante) es también, en mi opinión, otra ejemplar pincelada que termina de otorgar a la película su personalidad, lo que la hace tan especial.
Por su parte, me enamoró la oscura fotografía de la película, que (no sin cierto sentido alégorico) mediante halos de luz y auras sombrías, hacen la historia más real, más directa, reflexiva y, sobre todo, humana.
Una historia de amor y alegrías, de momentos claros bajo un foco de sombra, de risas y de boca cerrada con ojos abiertos. Un drama de lágrimas secas. Con un enfoque de satisfacción o de desamparo, a gusto del receptor de la imagen y el sonido. Un melodrama, como la vida misma.

Me quito el sombrero ante el viejo y gran actor y el sublime director, una leyenda llamada Clint Eastwood.