Lo que podría haber sido un cine exclusivamente de propaganda es un drama humano durísimo, aunque no se regodea en la tragedia o el dolor con, por ejemplo, una música atronadora de violines en los momentos más difíciles. Creo que refleja muy bien la pérdida de humanidad en situaciones tan complicadas (dejar morir a otros mientras se busca la propia supervivencia o beneficio), pero también cómo los sentimientos más básicos se mantienen (la escena final estaría en la cumbre de las escenas míticas, si fuera de otra procedencia).
Aunque tampoco debemos esperar una película de denuncia, ni en la que se demonice al invasor japonés, por ejemplo. Sí es cierto que dejan muy claro que el ejército chino, con sus corruptelas, era de la China nacionalista, con banderas por doquier.
Vale la pena, pero no es amable.