Película amable, comedia agridulce con una buena banda sonora cantada por los protagonistas, y sorprendentemente con buenos resultados en el caso de Keira Knightley pues desconocía esta faceta suya. Irradia amor a la música, amor al proceso de creación, y a la vez infunde fuerzas para la superación de las dificultades en la vida. Quizás demasiado naif en muchos aspectos de las situaciones mostradas, pero consigue que el espectador desde el primer momento se meta en la película y empatice con los personajes principales y sus desventuras vitales. La realización también es excelente, consiguiendo que en ningún momento decaiga la atención ni el ritmo de la historia.

El largometraje posee diversas perlas (concepto que también se utiliza en la película) de forma sonora, o plástica o ambas a la vez: me encanta la escena de la grabación en la terraza o la del callejón donde están jugando unos niños a la pelota; consiguen un impacto visual y musical muy fuerte, emocionando de forma sencilla pero eficiente a un espectador que inevitablemente sonríe y saborea esas secuencias como si estuviera disfrutando de una pieza de fruta fresca y dulce en un caluroso día de verano.

Los personajes secundarios también hacen un gran trabajo, consiguiendo redondear el trabajo de John Carney. Si hubiera que poner un pero al elenco sería a Adam Levine en su debut cinematográfico, pues no logra transmitir en ningún momento los sentimientos de su personaje, Dave, hacia Greta (Keira Knighley). Es posible que su papel quede más encuadrado al refuerzo musical de la película (es el cantante de Maroon 5), aunque como he comentado anteriormente el resultado logrado por Keira es excelente.

Hacía tiempo que no salía de una sala con tan buen sabor de boca y unas ganas terribles de volver a oír la banda sonora que suena tan bien en la película. Vale la pena verla y oirla.