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Voto de Rompetechos:
10
Comedia. Drama Una mujer de escasos recursos (Edna Purviance), ha tenido un hijo siendo soltera, y al sentirse abandonada por el padre del niño, decide también ella abandonar al bebé, con la esperanza de que una familia rica lo coja en adopción. Pero el pequeño terminará en manos de un vagabundo (Charles Chaplin), quien pronto se encariñará con él y decidirá sacarlo adelante como sea. Cuando el niño, llamado ahora John (Jackie Coogan) llega a los ... [+]
5 de febrero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conmemorando los 100 años de su estreno, se repone El chico, primer largometraje de Charles Chaplin, no se sabe muy bien si para deleite de nostálgicos o para que las nuevas generaciones lo descubran al verlo por primera vez y…

En los puntos suspensivos del párrafo anterior se encierran miles de dudas que me asaltan. Algunas de ellas inquietantes. ¿Cómo recibirán este clásico del cine mudo las nuevas generaciones? ¿Les gustará, les emocionará, les aburrirá? Daría cualquier cosa por ver, a través de un agujero, las reacciones de los niños que asistan a ver la película. O tal vez no. No, porque es muy probable que todos ellos, salvo alguna excepción o rara avis, se queden estupefactos e igual de mudos que la película, sin saber qué demonios es eso en blanco y negro que sale en pantalla.

Es casi seguro que todos se miren unos a otros, perplejos y al mismo tiempo cansados de esperar a que salga alguien con superpoderes, o algún monstruo, dinosaurio, reptil volador o cualquier otro animal humanizado gracias a increíbles efectos especiales. Porque eso es en definitiva lo que hace mucho tiempo que, los que se dedican a producir cine, han ofrecido y siguen ofreciendo a las nuevas generaciones.

El hecho incuestionable de que El chico sea un clásico de cine mudo, creación de un personaje que les queda muy lejos, no significa nada para los niños y niñas que prefieren ver otra clase de películas. Películas que les impacte, que les hagan abrir los ojos y llenen la cabeza de efectos especiales sin fin; y que se enamoren de superhéroes, o se sobresalten ante monstruos, extraterrestres o zombies; apabullarlos con batallas abrumadoras, luchas de expertos en artes marciales o aprendices de mago; todo un “mundo de fantasía” en el que ellos se sumergen, para vivir las aventuras de Neos, Gollum y Avatares, en interminables entregas que no parece tener fin.

Y uno vuelve a preguntarse, tras visionar una vez más El chico, dónde ha quedado Charlot y su mundo. Dónde ha ido a parar esa tristeza inteligente de su mirada; las aventuras y desventuras de ese hombre sin suerte que se sobrepone a cada contratiempo que le sale al paso; el payaso que nos hacía reír y llorar, subidos a una montaña rusa de emociones; dónde, en definitiva, han ido a parar esos ojos de vagabundo que miraban con resignación todo lo que sucedía a su alrededor, a veces con una sonrisa y otras con una mueca de amargura y desencanto…

El chico, como muchas otras películas de Charlot, es un clásico del séptimo arte (una clasificación que pertenece ya al recuerdo), y es muy difícil, por no decir imposible, que las nuevas generaciones lo aplaudan y disfruten. A ellos se les ha dado a conocer historias muy diferentes. Y por eso es lógico que pasen de ver El chico; al igual que pasan de leer Alicia en el país de maravillas y prefieren Harry Potter; o disfrutan del último grito musical en lugar de escuchar a Mozart…

El autor de esta crítica finaliza alejándose con desencanto hacia el fondo de la pantalla, hasta desaparecer como un punto de luz que cierra el foco de la cámara.
Rompetechos
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