Gran película que una vez terminas de verla notas que te has quedado helado. Los dos protagonistas, padre e hijo están geniales y la atmósfera muy conseguida. Aunque creo que es poco creíble que un niño que ha crecido después del cataclismo resulte ser tan inexperto, inocente a veces y buenorro en un mundo absolutamente deshumanizado y depredador del hombre por el hombre.

El que en ningún momento se afirme rotundamente lo que ha provocado el cataclismo (aunque en una de las primeras escenas se les ve rodeando un enorme socavón de cientos de metros, fruto probablemente de una explosión nuclear) aumenta la sensación de estar caminando en un mundo que ya carece de sentido, me recuerda el pesimismo de Kafka en La Metamorfosis.

Por otro lado me recuerda, en parte a una película de 1983, "El día después" de Nicholas Meyer, largometraje que recuerdo desató una gran polémica en España porque se decía que habían censurado en los EEUU, rodada en plena Guerra fría, una atmósfera y crudeza muy parecida a la que nos trata y que también trataba desde el lado humano las inmediatas consecuencias sobre unas familias de la América profunda de un conflicto nuclear entre América y la antigua URSS.

Si el padre cuando dice que su hijo es su Dios yo creo que lo que la película nos sugiere es que Dios es la civilización (frase cogida del final de la película "Viven", también con el tema de la antropofagia) como conjunto no sólo de las comodidades e infraestructuras de las que disfrutamos sino de todo un conjunto de valores, principios, costumbres que son propias de nuestra humanidad pero también susceptibles de desaparecer.