Jo. Qué historia tan triste.
La verdad sincera y tal cual, es que lo disfruté un montón. La otra verdad que no tendría nada que ver con esto, es que todo el rato estuve esperando una magia extra que no llegó. La Magia de Miyazaki. No sé dónde leñes la esconde o cómo la espolvorea sobre las cosas, pero sus obras me dejan transida de una especie de conmoción poética.
No es justo comparar esta obra, dignísima y muy bella con otra que no puede ni debe ser igual. Así que no lo haré. He visto una preciosa historia muy bien narrada y me ha emocionado. El esperar un tren en una estación de autobuses tal vez disminuyera algo el placer que me podía haber proporcionado, pero que me equivocara de estación, no es culpa de la propia estación.
No mencionaré lo que no tiene, como el padre que no valora a su segundo hijo por no ser el primero. Por ser él.
Diré lo que sí tiene:
Tiene magia y encanto.
Y si te desprendes de Miyazaki (a lo mejor no te cuesta tanto como a mí) te llevará a un recorrido maravilloso.